Prólogo

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El picor de la bofetada apenas lo hizo parpadear. Detestaba el dolor. Realmente lo hacía, pero ya estaba tan acostumbrado a estas muestras de enojo de su progenitor y de las consecuencias de mostrar debilidad que simplemente siguió recitando su mantra particular, ése que le permitía ignorar todo lo que ocurría a su alrededor hasta que el caos se calmara y le dejaran solo en su jaula nuevamente.

Soy un objeto, inmóvil, inamovible... un muñeco inalterable. No siento, no existo...—La sentencia se cortó cuando otra bofetada le cruzó el rostro en la mejilla contraria. Su padre estaba gritándole algo... su madre lloraba, intentando detenerlo, pero su hermano mayor, la tenía firmemente sujeta.

Demasiado firmemente.

Vio como un par de lágrimas se derramaban de la comisura de sus ojos. Él la estaba lastimando.

Guang Hong entrecerró los ojos, odiando tener que volver a "conectarse" con el mundo. Odiando tener que sentir... pero su madre y Xiao Yi eran las únicas que podían afectarle aún.

Las únicas por las que reaccionaría en un momento así, alejándose de su zona de confort y haciéndose vulnerable.

Clavó sus ojos en su hermano mayor y en esa voz especial, dio la orden.

Esperando, de todo corazón, que "funcionara".

—Suéltala. Ahora. —Susurró. Su voz salió rasposa. No se atrevió a decir algo más por temor a tartamudear y desatar aún más la ira de su padre.

Sorpresivamente había sido efectivo. El hombre tuvo que obedecerle cuando la orden lo alcanzó. Dado que, por alguna diabólica jugada del destino, Guang Hong era un "Rea". El único otro además de su progenitor, en el territorio Hong. Eso lo marcaba como el Descendiente Legítimo.

La maldita Voz de Dominación lo había condenado a una existencia que detestaba al menos podía servir para proteger lo poco que le importaba en este mundo de sus propios errores.

—¡Ji! —Exclamó su madre cuando él caminó hasta ella para escudarla detrás de su cuerpo. Si bien era el más bajo de los hombres de su familia, aún podía esconder a la pequeña mujer que apenas pasaba el metro cincuenta.

—Oh vaya... parece que si puedes usarla. —Comentó secamente Feng Hong Ji, el Rey y su padre, pareciendo aplacarse. Guang Hong ahogó un suspiro.

En ocasiones su padre era un ser aburridamente simple. Con simplemente demostrar algo de su "linaje", se declaraba satisfecho.

La mirada casi negra del hombre se clavó sobre él con fuerza. —Aliméntate y toma tus lecciones. Todas ellas. Si me entero de que sigues en abstinencia vas a lamentarlo. —Miró a su madre que se asomaba tímidamente sobre su hombro. —Y eso también va para ti, Shui. Ocúpate de que tu hijo actúe como alguien digno de ser el Heredero Legítimo. Si sigues consintiéndolo en exceso se va a volver un marica inservible... —Le dirigió una mueca despectiva mirándole a él y a la habitación que le rodeaba. —Más de lo que ya es. Infiernos, ¿Cómo es posible que el creador me jodiera así? Jamás debí haberme casado contigo... La hija de la familia Dong hubiera sido una mejor opción.

Guang Hong quiso maldecir, cosa realmente rara en él, cuando vio cuánto le habían afectado esas palabras a su madre.

Su padre y su hermano, así como los Puros que los habían acompañado se retiraron dejándoles solos.

Ambos exhalaron.

—¿E-estás bi-bien mamá? —Musitó es voz baja girándose hacia ella.

Ella sonrió con tristeza encogiéndose de hombros. Su cabello castaño igual al suyo se había soltado desordenadamente de su recogido. —Lo estoy, Ji. —Murmuró ella con cariño mientras se ponía en puntillas y examinaba su rostro de cerca, tocando suavemente el borde de su labio con las yemas de sus dedos.

El Borde de tu Dulzura -Leoji - [Umbraverse]Where stories live. Discover now