DESPERTAR

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Kyle. En mi mente brotó esta palabra con la fuerza del nacimiento de un río o la bestialdad de un depredador al cazar. Kyle. Kyle. Kyle. Y la emanaba de una forma neceseria, como se necesita el agua y el aire. Kyle es K. Era la única certeza absoluta e igual de destuctiva que el fuego y la mentira. Me dicuenta de como mi alma se comprimía y se encerraba en una especie de cárcel, ¿cárcel? No, no, cárcel no. Esto... Cuerpo, eso sí. Muy opresivo por cierto. Una bocanada de aire entr´ó en is pulmones que ardían por la falta de oxígeno. Y oí el fuerte latir de mi corazón, luchando por avastecer mi riego sanguíneo. Intenté moverme pero no pude. Poco a poco, poco a poco... UN dedo, sí, empezaré mor eso. Lucía concéntrate. Dedo índice, ariba. Nada. Arriba. Nada. ¿Quizá esté muerta? No, no me habría vuelto a meter ahí dentro. Arriba. Y subió. Otra bocanada de aire. Kyle. Dedo arriba. Repetí el proceso con mis brazos y piernas hasta que fui capaz de moverlo todo. Solo faltaban los ojos. Los párpados parecían pegados con loctite, a si que sin delicadezas alargué el brazo y los abrí de golpe. Luz. Mala idea, volví a cerrarlos nada más abrirlos, aun que esta vez con el propósito de abrirlos de nuevo. Solo esperaba no despertar con los ojos. Voy a empezar a tener complejo de vampiro, primero el cambio físico y después el despertar a lo Bella Cullen, lo único que con menos estilo. Mi garganta emitió un gruñido que pretendía se un ¡Apagad las malditas luces! Pero algo tan complejo no podía salir de mi boca en estos momentos. Voví a abrir los ojos, con un poco de esfuerzo mantuve los ojos abiertos. A mi alrededor había caras con cuerpos o al revés no sé. Todo era un borrón, empecé a enfocar la vista. Ví a mi madre, estaba enfadada con ella a sí que pasé al siguiente. Mi padre, otro, pasé al siguiente. Peter, Sonreí, o eso intenté. Más bien era una mueca pero Peter me entendió. Al lado de Peter estaba Jane cogida de la mano de Peter. Hummm. Giré la cabeza, al otro lado solo había una persona. K osea Kyle. Mi K que fue mio y mi Kyle y es mio. Mi sonrisa ahora si que consiguió formarse. Nadie de los presentes me quitó el ojo de encima. Mi temor se acrecentó

- Tengo los ojos rojos ¿verdad? Sabía yo que leer sobre vampiros me hacía más mal que bien.

Todos se rieron, al parecer no, no tenía los ojos como rubíes. Pero aún así me miraban, mi madre y mi padre con asombro. Jane con una mezcla de admiración y añoranza. Peter parecía orgulloso de mí. Kyle, me miraba con ternura y deseo. Un escalofrío me recorrió la espalda. Las miradas comenzaron a molestarme, los ojos no, pero las mejillas apuesto a que si que estaba rojas. Comencé a levantarme y Kyle me intentó ayudar pero yo, como buena cabezona que soy le rechacé y me gané un mareo.

 Les pedí a mis padres que se fueran que necesitaba hablar con ellos, salieron a regañadientes junto con Jane que se ofreció a contarles mi vida social de las última semana. La habitación se quedó vacía.

 - Vosotros sabéis lo que me pasa, quiero una explicación, clara. – exigí con cara de no tener ningún amigo en 100 Km a la redonda.

- Lucía… Te lo contaremos cuando estés más calmada y con la mente abierta- repuso Peter pacíficamente. Me empezó a palpitar la cabeza, me llevé la mano a la cabeza y sentí una dolor agudo. Me abría cortado

- Ya la tengo suficientemente abierta- cuchicheé mientras señalaba la venda que cubría la herida.

- Siempre tan mordaz – Kyle habló por primera vez, su voz era ronca y sexy. Como la de K…

- Kyle, hablaré yo, con tu voz corremos el peligro de que se distraiga - ¿tan transparente era mi cara?

- Lucía escúchame atentamente. Toda esta historia es muy rara. La más rara que vas a oír en tu vida, las historias de vampiros van a parecerte niñerías.

- Zombies, lo sabía. – mi tono sarcástico fue perfectamente modulado para no parecer histérica.

- Lucía, no estamos de coña- susurró Kyle.

- Empezad.

- Aquí no, te van a dar el alta. Esta tarde en Central Park.

- No, no me podéis dejar así – me levanté todavía sintiendo la mente un poco espesa.

- No es seguro – atajó Peter cortante – a sí que, esta tarde hemos quedado a las seis tus padres ya lo saben.

- ¿Algo más? – contesté con aire superior

- Sí, antes de volver al instituto ponte esto – me tendió el conjunto que yo misma había elegido para ponerme hoy. Muy atento. – Esto va contra mi opinión, pero tienes que quitarte el pijama.

Agaché la cabeza para mirar que llevaba puesto, solo llevaba una camiseta negra que panas me llegaba a la mitad del muslo. Mierda. El rubor de mis mejillas lo voy a patentar. Me miraron e intentaron, y digo intentaron, no reírse, pero claro está que no lo consiguieron. Y yo muy digna salí airosa de esta.

- Si ya no les queda nada que mirar les rogaría que saliesen del cuarto a no ser que quieran quedarse sin carnet de padres. – ahora eran ellos los que estaban rojos.

- Eh... claro…- murmuró Peter.

Me cambié en un abrir y cerrar de ojos, blusa de lunares azul marino y blanco y pantalones de tiro alto de ralla diplomática azul marino también, y manoletinas.

 Ellos tenían respuestas y yo mil preguntas. De hoy no pasaba el saber toda la historia del asunto.

Salí de la habitación del hospital y no dudé un dirigirme a la salida para ir al instituto, nos íbamos a perder la primera hora. Me había parado en un espejo para quitarme la venda como me había indicado la enfermera. Al quitarla es como si me hubiese pintado con un rotulador rosa. Al traspasar el umbral del hospital ví a Kyle, estaba solo.

 - ¿Qué ha pasado esta mañana? ¿Por qué estabais vosotros? ¿Dónde están el resto?

- Lucía, tranquila, esta mañana te dije que te recogería, como no salías llamé al timbre para preguntar por ti, tus padres me invitaron a subir, fueron de lo más simpáticos, se fueron, tu no bajabas y subí yo para ver si te habías dormido. Vi los trozos de lo que antes era tu despertador y al no verte en la cama me asusté me fui al baño de tu habitación y antes de entrar me aseguré de que no te estabas duchando. Abrí la puerta y te vi allí, con una pequeña brecha y curada, por cierto, sí es una de las cosas que descubrirás esta tarde. Y me di cuenta. Ya has despertado… Los demás ya están en el instituto y tus padres trabajando.

- Tres preguntitas de nada, - inspiré - ¿te sometieron al tercer grado?¿El despertador tiene solución?¿Fuiste tan caballeroso o entraste a las bravas? - terminé de soltar el aire que quedaba en mis pulmones.

 - Nada de tercer grado, más bien me hicieron preguntas sobre ti. Tu despertador ha pasado a mejor vida, te regalaré uno para tú cumpleaños. Lucía, parece mentira que después de tantas vidas dudes de caballerosidad.

Dulces sueños pequeña amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora