KYLE
Abro la puerta y al notar la ráfaga de aire frío que se me cala hasta los huesos me di cuenta de que la primavera había llegado la gran ciudad de Nueva York por lo tanto el jersey que llevaba puesto de color azul oscuro, tanto como una noche de verano sin estrellas sobraba. En la esquina que queda de la puerta Este de Central Park me paré y decidí parar a quitármelo.
Debajo llevaba una camiseta negra de tirantes que hacen juego con él color oscuro de mi pelo que era negro cómo como el ébano y liso como el mar antes de la tormenta. Me dirigí al instituto, a la rutina de todos los días triste y solitaria después de haber rechazado la entrada en varios grupos todos ellos iguales superficiales como una Barbie y después de rechazar a varios chicos por malas intenciones.
Mi vida se volvió triste y aburrida echaba mucho de menos a mis amigas españolas, en Madrid seguro que se lo están pasando mejor que aquí. Cuando mis padres me contaron que vendríamos a Nueva York me enamoré de la idea y no pensé que se podría convertir en un infierno exceptuando los paseos por Central Park de madrugada.
Todo en mí había cambiado mi forma de vestir mi forma de pensar incluso mi forma de sentir desde que había llegado aquí se me había olvidado lo que significaba tener alguien que te quisiese aparte tus padres y cuando te demuestran cariño tú estás demasiado ensimismada pensando en la idea de que no hay nadie aparte ellos que te quiera.
A medio camino un vagabundo me preguntó si tenía dinero y al ver la mochila decidió darme buena suerte en los estudios y me dejó en paz.
En un par de minutos había llegado al instituto, era monótono y aburrido y nuestra clase daba al río Hudson. Al entrar en clase me senté en mi pupitre de la última fila que parecía estar reservado para mí, para toda la eternidad.
Todavía no había nadie que quisiese sentarse conmigo o bien que yo quisiese sentarme con dicha persona. Sin embargo hoy había un chico era nuevo y no le había visto por aquí. Como debía de ser nuevo maldije en español y para mejorar el día el chico me contestó.
- Antes de decir un taco y quejarte en castellano deberías asegurarte de que la persona que tienes al lado no hable tal idioma - me dijo en un castellano perfecto, yo últimamente solo oía hablar a mis padres en castellano. Mi cara debía ser muy graciosa pues el chico me sonrió. - Soy Kyle.
- Lucia, encantada.
- Ahora si ¿eh?- no pude evitar sonreír.
- Creí que eras del grupo de Lucas y de su fiel equipo...
- ¿ Y si lo fuese?
- Sería tan solo un simple formalismo.- me miró extrañado - No lo entiendes ¿verdad? Aquí o eres guay o no lo eres y si lo rechazas, en mi caso, eres zorra.
- Bueno pues aquí tienes a otro que pasa de sectas plástico-fibrosas.
No pude evitar una carcajada que hizo que toda la clase me mirase a mi. Me puse muy roja, tanto que creí que me llamarían blancanieves...
- Me alegro de hacerte reír - dijo con una sonrisa encantadora hizo que me diese un vuelco el corazón pues su tono de voz era serio.
- Te van a masacrar.
- Pueden irse al infierno. Yo ya estoy salvado. - Me miro a los ojos, los suyos eran de un verde esmeralda que, si no tenias cuidado, podías contemplar durante horas. Aparté los ojos, pero él no.
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Dulces sueños pequeña amante
Dla nastolatkówLucía es una chica española que vive en Nueva York. Al principio la idea se le hizo deliciosa pero al llegar vio que las cosas en Nueva York también podían ir mal. Cuando conoce a Kyle y a Peter, su vida parece mejorar notablemente. Pero no todos lo...