Soy Sam. Son las tres de la mañana y ha vuelto a pasar, mis ganas son de salir fuera y averiguar qué está ocurriendo. Me invade el pánico, pero a la vez deseo conocerla, ver de cerca su rostro angelical y saber más sobre ella. No entiendo el motivo de que me llame a esta hora, nunca me habla, solo da golpecitos en la ventana hasta que me despierto, la miro y ella me hace gestos, invitándome a salir, ni siquiera me susurra, y yo, con miedo a despertar a los demás le pregunto en voz baja: ¿a dónde vamos? ¿Cómo te llamas? Y ella insiste en hacerme gestos, pero claro, nunca la sigo, me quedo mirándola hasta que ella se cansa de llamarme y se marcha.
Cuando ya se va me invade la tristeza, mi decepción y la culpabilidad de sentir miedo de una chica tan dulce e indefensa me castiga, soy incapaz de volver a dormir, me quedo imaginando que pasaría si le hiciera caso, si decidiera seguirla... tal vez iriamos juntos al parque que está cerca de aqui, nos sentaríamos al borde del lago, con los pies en el agua y nos quedaríamos allí, por horas admirando las estrellas sin decir palabra, o quizá nos sentaríamos en los columpios y hablaríamos hasta que amaneciera, le haría miles de preguntas y ella me contestaría a todas... no estoy seguro de lo que podría pasar. ¿Y si ella necesita ayuda? Tal vez esté hambrienta o triste y quiera a alguien para hablar, pero, ¿por qué yo? ¿Cómo sabe a dónde vivo? ¿Me estaria observando cuando encontré la foto? Son muchas dudas las que rodean mi cabeza en este momento, solo quiero que amanezca, parabais mi vida vuelva a la normalidad, espero que otro día de incansable rutina me sirva para armarme de valor para poder seguirla cuando me vuelva a llamar.
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La foto: Nada es lo que parece
Short StoryLa vida de Sam cambia radicalmente tras encontrar una misteriosa foto que deseara nunca haberla encontrado