Tras dos visitas de M., ambas exactamente iguales, mi vida empezó a cambiar, me levantaba por la mañana sintiéndome distinto, era como si mis recuerdos de la noche anterior fueran nublados, y mi memoria pasada fuera súper poderosa. La primera cosa rara que me pasó, fue que al segundo de haber encontrado esa foto, me levanté y fui hasta la cocina para desayunar, mi madre estaba allí sentada mirando fotos mías de cuando yo era un bebé. Ese día ella me pidió que no fuera a clases, en realidad me lo suplicó, y yo, sin entender mucho, me quedé allí con ella, recordando mis primeros años de vida, fue agradable y extraño a la vez, nunca lo habíamos hecho, era como si ella me intentará decir algo con todo aquello, y pobre de mí, no lo entendí.
Días más tarde fue la vez de mi padre: llegue del instituto cansado, después de una clase agotadora y él, que suele llegar del trabajo por la noche, ya estaba en casa, a las tres de la tarde. Le pregunté qué hacía allí tan temprano y me contestó diciendo que había pedido el resto del día libre para pasar tiempo conmigo. Me quedé sorprendido, pues de verdad que no me lo esperaba.
Después de comer, aquella tarde, mi padre y yo fuimos primero a un parque, cerca de la casa de mi abuela y juntos montamos en bicicleta, justo como la primera vez en que lo hice, fue igualito al día en que me enseñó a montar en bici, luego, nos fuimos a un pequeño arroyo y allí pasamos un momento agradable, recordando la primera vez que pescamos juntos, la vez en que allí me enseñó a nadar... fue todo agradable, pero una vez más extraño, es como si se hubieran puesto de acuerdo en recordarme cosas importantes en mi vida.
Días más tarde, ocurrió algo que me dejó muy confundido, y decidido a tomar una actitud:
Me levanté temprano como de costumbre, después de pocas horas de sueño, pues M., me seguía visitando todas las noches, cada día ella me era más familiar, pero aún no nos habíamos hablado, ella solo hacía lo mismo cada noche, y ya estaba casi convencido de seguirla, y poder conocerla, me había enamorado de alguien que ni siquiera sabía el nombre y esa situación me estaba matando, su foto seguía allí, bajo mi almohada y la miraba cada noche antes de dormir, y cada mañana al despertar.
Salí de mi habitación, me preparé para ir a clase, y al salir de casa, allí en mi puerta estaba Luna, con quien hacía tiempo que no hablaba.
Ella me saludó amable, y yo le conteste con el mismo entusiasmo.
-¿Que tal estás Sam?- me preguntó- hace mucho que no sé nada de ti.
-¡Bien¡, estoy muy bien, gracias- le conteste- ¿a qué se debe esa agradable sorpresa?
-Sam, necesito hablar contigo, ¿te importa que vayamos juntos por el parque?
-Claro que no me importa, vayamos, y hablemos.
Mi curiosidad por lo que ella me tenía que decir fue en aumento a cada paso que dábamos en dirección al parque. Cuando entramos en el parque, ella dejó su mochila sobre un banco y se sentó, y yo hice lo mismo, poco importaban ya las clases, sólo quería saber que cosas me tenía ella que decir. Entonces empezó:
-Sam, a las tres de la mañana me desperté con un ruidito en mi ventana, no sabia bien qué era, hasta que me levanté y vi a una chica pelirroja que salía corriendo como para que yo no la viera, entonces vi en la jamba de mi ventana esta foto nuestra- Luna se sacó del bolsillo una foto de ella y Sam a los ocho años en una fiesta de cumpleaños- cuando vi esta foto, recordé este día, cuando nos conocimos, y como nos hicimos tan amigos en tan poco tiempo, éramos dos niños felices que se veían todos los fines de semana para jugar juntos aquí en este parque.
Es verdad- le dije- nosotros fuimos los mejores amigos de infancia, disfrutamos mucho juntos de niños.
No solo de niños Sam- dijo ella acercándose más a mi- ¿recuerdas cuando empezamos a ir juntos al mismo colegio? Empezamos a unirnos cada vez más, y cuando nos dimos cuenta, ya nos gustábamos mucho. ¿Recuerdas aquel día después de clases? Vinimos aquí, nos sentamos justo en este banco y ambos, sonrojados, nos miramos fijamente y entonces pasó...
Ella lentamente se fue acercando a mi y yo sintiéndome exactamente como aquel día, me acerqué a ella, le aparté un mechón de pelo del rostro y la besé.
Fue increíble, y sobre todo tierno, ambos nos quedamos en silencio durante un momento y luego le dije:
-¿sabes que aquel fue mi primer beso?- mis mejillas ardían
-también fue el mío Sam, por eso fue tan especial, quisiera solo recordarte que fuiste especial para mí e hiciste parte de mi vida.
En aquel momento me invadió un sentimiento de ternura y también de arrepentimiento por haber dejado que nuestra amistad se enfriara, Luna fue alguien especial en mi vida, y aquel momento volvía a serlo. Mientras la miraba, un frío estremecedor invadió mi cuerpo, vi paseando por la otra punta del parque a M., ella nos miró, sonrió y siguió su camino. Me quedé allí como si hubiera visto una aparición, solo me levante del banco, cogí mi mochila, y me despedí de Luna. Ya eran las tres y media, volví corriendo a casa y la adrenalina corría por mis venas, solo entre a mi habitación y me quedé allí pensado.
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La foto: Nada es lo que parece
NouvellesLa vida de Sam cambia radicalmente tras encontrar una misteriosa foto que deseara nunca haberla encontrado