·Capítulo 2· ~Amy y Alison~

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Diez maletas. ¿¡Quién en el mundo necesita diez maletas para hacer una mudanza pequeña!? Pues al parecer Amy Prescott, lo hacía. Su mejor amiga. Alison Anderson, la miraba divertida, al ver que su amiga y futura compañera de casa no podía ni agarrar sus maletas.

Amy Prescott, de diecinueve años, y Alison Anderson, de dieciocho cumplidos hacía poco, habían sido mejores amigas desde secundaría, y desde entonces se volvieron inseparables. Ya desde hacía tiempo habían estado hablando de vivir juntas, y a pesar de que Alison dejaba atrás dos hermanos pequeños, en cuánto tuvo la mayoría de edad empezó a buscar una casa. Y la encontraron, una casa muy barata en un pueblecito de Norte América, cercano a Canadá. La casa les encantó, e hicieron la paga y señal. Ahorraron entre las dos, y cuando tuvieron suficiente, hicieron maletas y cogieron el primer avión a Norte América.
El padre de Alison había viajado anteriormente para ver la casa, a la cuál le dio el visto bueno; y para ambas amigas era más que suficiente. El mismo padre de Alison se encargó de arreglar los papeles de la vivienda y ahora era oficial y completamente suya.

Ahora, Alison tenía su escaso equipage listo, mientras miraba en su teléfono móvil las fotos de la casa. Una casa bastante grande, que aún no lograba entender cómo la habían conseguido sin hipoteca, pero bueno, no iba a poner pegas. Un sonido sordo la distrajo a la chica de la pantalla de su móvil. Su amiga Amy seguía intentando agarrar su equipaje, sin éxito, y había tirado su baúl.
Por suerte, un par de mozos de la seguridad del aeropuerto estaban ayudando a su amiga con sus maletas. Alison agarró las suyas y las llevo hasta dónde estaba su amiga y se unió a los de seguridad en recoger el resto del equipaje. Con ayuda, consiguieron entre todos sacar todo el equipaje y meterlo en una furgoneta de mudanzas alquilada.
Ellas irian por separado a su equipage a la casa, así que pararon un taxi y salieron del aeropuerto hacía Marble Hornets.

El taxi fue siguiendo a la furgoneta de mudanzas la mayoría del viaje. Mientras, Alison seguía mirando en su teléfono los detalles de la venta, y Amy jugaba al Candy Crush. O intentándolo.
El pueblo estaba más lejos de lo que Alison pensaba. Hacía ya un rato que habían pasado la salida de Canadá, y el paisaje de la autopista había cambiado a una carretera estrecha de dos carriles en medio de un bosque. Alison había dejado el móvil de lado, y ahora observaba los arboles pasar, con la única anomalía en el paisaje era un cartel que anunciaba la llegada al pueblo. Alison le sacó una foto con la idea de enviársela a su madre después, quien no paraba de mandarle mensajes desde que había encendido el móvil al salir del avión.
Cuando por fin el paisaje cambió al de Marble Hornets, las chicas pudieron observar el lugar en el que vivirían a partir de ahora. Era un pueblo pequeño, en su mayoría de zonas residenciales. Era un pueblo bonito.
Al llegar en frente de la casa, en comparación con el resto de la calle, se veía bastante dejada y sombría. Los dos hombres del camión de mudanzas fueron descargando el equipaje de las dos chicas de la furgoneta, y transportándolo hasta el porche; y algo desconfiados, desde el lunto de vista de Amy. Parecía que esperarán que saliera un tío con máscara y motosierra gritando desde el interior de la casa. En el proceso, Alison pagó al taxista antes de que este saliera escopeteado de allí. Y los dos de la mudanza no tardaron en hacer lo mismo.
Sin saber muy bien como reaccionar a esa huida de los servicios contratados, Amy se pegó a Alison, quién tranquilamente sacó las llaves de la casa y abrió la puerta vieja de la casa. Alison se fijo que en la puerta había una plaquita dorada, cubierta de roña, que tapaba un par de palabras.
Al abrir la puerta, el olor a cerrado salió de una bofetada de la casa, causando que ambas chicas retrocedieran. Alison sacudió una mano delante de sus narices en un amago de apartar el mal olor, para que después ambas chicas estallaran a carcajadas:

- ¡Hostia! ¡Con razón los de la mudanza no querían entrar las maletas! - Bromeó Alison entre risas.- Hijos de puta, podrían haber avisado. 

Ambas chicas siguieron riéndose. Incluso lo hicieron mientras se tapaban la boca y nariz con sus bufandas e iban abriendo todas las puertas cerradas y ventanas de la casa. La casa constaba de dos pisos más sótano y guardilla. Tenía un patio enorme rodeando la casa, vallado y privado. Poco cuidado, al igual que la casa. Tendrían que llamar a un jardinero.

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2018 ⏰

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