Alli se encontraba, lista para un nuevo colegio. Una nueva vida, donde pudiera dejar su personalidad timida y, por fin, conseguir amigos.
Al ser de otra ciudad, y luego de rogarle por dias a sus padres, por fin se encontraba en la gran Capital, entrando a su nuevo hogar.
- Por aqui, pequeña - Saludo una amable mujer, con algunas arrugas en su rostro. Caminaron escaleras arriba, mostrandole una pequeña habitacion, donde apenas cabia una cama y una pequeña cocina. Era algo chico, pero perfecto para ella. - Se que esta algo sucio, pero la vista es hermosa - Se acerco hacia la ventana, mostrandole el hermoso parque que se lograba distinguir del otro lado de la calle.
- Es hermosa, señora Ana. Muchas gracias - Saludo con una amable sonrisa, mientras dejaba su maleta sobre la polvorienta cama.
- Aprovecha el sol y limpia un poco, hija - Le acaricio con suavidad su brazo y camino hacia la salida - Cualquier cosa que necesites, no dudes en avisarme - Y se fue, dejandola sola.
- Esto es un verdadero basurero - Suspiro, para patear una pelota de goma, vieja y sucia - Pero no puedo quejarme. Tiene un buen espacio, cuando logre quitar el polvo y las telas de arañas, seguro queda preciosa.
- ¿Que haces aqui? - Una voz fria como el hielo, y cortante como una navaja se dejo oir en su odio, a la vez que sintio como tomaban su cintura y su brazo. La habitacion, repentinamente, se enfrio, calandole los huesos. El miedo comenzo a correr por sus venas, cuando intento soltarse de ese agarre y se le hizo imposible - ¿Que quieres hacerle a mi hogar?
- ¿Quien...? - Su fuerza era descomunal, y aunque ponía todas sus ganas en querer mover aunque sea un milímetro su mano, le era imposible.
- ¿Acaso no es imposible para un humano... - Con mucha brusquedad, la giro y la tiro contra la pared, acorralandola. Cuando la azabache abrio sus ojos, mirando al joven delante suyo, se quedo muda por la impresion. Era un hombre muy guapo, de largos cabellos plateados y unos llamativos ojos dorados, pero lo que mas la sorprendio fue su boca - ... Arrebatarle la casa a un vampiro?
Tenia colmillos.
Colmillos largos y filosos. Brillantes como una perla. Y no se amilanaba un poco de mostrarlos frente a ella, como si fueran un trofeo.
- Tu... Tu... - Tartamudeo la jovencita, intentando integrarse con la pared para desaparecer.
- Ho bueno - Dio un paso mas hacia ella, logrando que la azabache gire su rostro a un lado, cerrando sus ojos - Si. Soy un vampiro, pequeño alimento - Murmuro contra su oreja, para bajar hacia la vena que palpitaba en su pulcro cuello, lamiendola - Solo te comere - Anuncio.
Un dolor agudo hizo presencia en su cuerpo, junto a una sensacion tan rara, que jamas habia sentido. Era como si una fuerza absorbiera, no solo su sangre, si no que tambien su vida.
¿Acaso moriría allí, sola, sin nadie que la apreciara, cerca?
No.
No podía.
Tenia mucho miedo, y su cuerpo no dejaba de temblar, mientras sus piernas flaqueaban por el flujo de fuertes emociones que sentía recorrer cada célula de su organismo. Sus ojos dolían por la fuerza con los que los apretaba, al igual que sus puños.
Pero, entonces lo sintió. ¿Que era ese extraño sentimiento que comenzaba a crecer en su pecho? Su cuerpo, se sentía extraño, como si se derritiera por la dulzura que el calor de ese vampiro largaba, y eso... Eso se sentía extrañamente bien.
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Kubisuji ni Amai Kisu
Romans*Te ayudare a conseguir amigos, a cambio de que, una vez que tu sangre sea deliciosa, me permitas tomarla* Es un trato medio extraño, ¿No? Lo mismo pensó Kaghome, cuando vio a ese bello vampiro frente suyo, sonriendo como si se supiera todo los secr...