"Sonríe, demuestra que no te han roto, que todavía hay humanidad y dignidad en ti"
Eso fue lo último que me dijo mientras yo la observaba detrás de la vaya, y al acabar de pronunciar esas palabras el estruendo de los rifles del pelotón de fusilamiento tomó protagonismo, pero no pudo arrebatar la sonrisa de su joven cara mientras caía al suelo, inerte.
Sonreí mientras retiraban el cadáver de mi amiga, para no mostrar como me desgarraba por dentro la pena y el odio que sentía, me prometí que esto no iba a quedar así, que la vengaría, no sabía cómo, pero lo haría. Me fui a mi casa, no estaba muy lejos del campo donde acaban de fusilar a mi amiga. Vivía en un barrio de las afueras de la ciudad, un barrio humilde, donde los bloques de pisos eran idénticos y de donde rezumaba la pobreza de la clase trabajadora.
Mi portal era el número 25, y mi piso el 3°D, era un piso de pequeñas dimensiones, tenía una entrada que daba directamente con el salón el cual tenía la cocina integrada en el mismo, el cuarto de baño estaba justo al lado de la entrada de la casa, y mi habitación estaba casi al final del corto pasillo, a mano derecha. Fui directa a la cocina, y llené mi taza preferida con café que me había sobrado de esta mañana, mi taza preferida era una taza de cerámica, de color morado, la cual tenía grabada una espiga de trigo en color blanco.
No calenté el café, no me preocupaba, me senté en el único sofá de toda la casa, un sofá viejo de pana verde, el cual ya estaba muy desgastado por las esquinas y algo descolorido por el uso, me quedé mirando al apagado televisor, el cual me negaba a encender nunca, no quería ver cómo nos mentían y nos engañaban diciendo que todo iba bien, y que la gente era feliz, tampoco quería saber qué "logros" había conseguido nuestro amado líder, simplemente bebí el café con cortos sorbos mientras sopesaba lo ocurrido.
El día transcurrió rápido y silencioso, cuando se hizo de noche me duché y me preparé una tortilla en la ya vieja sartén que me quedaba. Esta vez cené sentada en el suelo de la cocina, en cuanto acabé dejé el plato en el suelo, fui al baño y después me metí en la pequeña cama que había en mi cuarto y dormí hasta el día siguiente.
Habían pasado ya cuatro días desde que vi a mi amiga sonreír por última vez, pero aún así la recordaba a la perfección, yo continúe con mi vida cómo si no hubiera pasado nada. Sabía que seguían matando gente solo por ser distinta, o por pensar de otra forma que no fuese la suya, y yo no hacía nada, simplemente me quedaba quieta y no actuaba, pero el recuerdo de esa sonrisa me ardía en las entrañas al saber que no estaba haciendo nada para luchar contra aquella sociedad que ignoraba.
Hacía ya una semana de aquello, y estaba yo en mi piso, en el sofá, mirando aquel televisor apagado, no se porqué me dió curiosidad saber que pondrían y que programación habría, así que lo encendí, y lo primero que vi me hizo tomar la iniciativa de vengar a mi amiga y a todas aquellas personas que eran asesinadas, el "Líder" iba a estar en mi ciudad la semana siguiente para visitar las oficinas que regían la ciudad, y luego iría a visitar los puntos de interés de la misma.
Estuve mirando el itinerario que iba a seguir y como podía actuar, entonces se me ocurrió, poner una bomba, era fácil conseguir una, en la fábrica en la que trabajaba había gente que tenía contactos y podía conseguir algo, y así fue, conseguí la bomba en menos de 24 horas.
Era el día, era el día en el que aquel ser repugnante llegaba a mi ciudad, ese ser que había matado a personas inocentes, personas que buscaban libertad, personas que querían una vida decente, entre todas esas personas estaba mi amiga, a la cual conocí cuando tenía 4 años, habíamos crecido juntas, éramos casi hermanas, descubrimos nuestro primer y único amor juntas, habíamos vivido juntas desde los 20 años porque nuestras familias temían por sus vidas, les había parecido peligroso convivir con dos chicas, que no seguían las reglas, no amaban a un hombre que les mandase y las humillase, no aceptaban una sociedad tan cruel, estaban en contra del sistema, eso era peligroso.
Fui apurada hacia la calle principal, había mucha seguridad, y vigilaban todo, así que tuve que esconder la bomba en una bolsa, para ser exactas, en una bolsa de basura de plástico negro, así no sería fácil que sospecharán, el detonador lo tenía escondido en la manga de mi gabardina. Llegó el momento, allí estaba, ese ser, quien había matado a seres amados e inocentes, crucé la calle y solté la bolsa de forma que pareciera que se me había caído, a nadie pareció importarle, así que me iba alejar de la zona, justo en el momento en el que el convoy en el que venía el "Líder" apareció, el problema fue que la seguridad me cerró el paso, obligándome a quedarme cerca del artefacto, sin poder ponerme a salvo.
Entonces el coche donde El iba, iba a pasar al lado de la bomba, tenía que decidir si activar el detonador o dejar pasar la oportunidad, en ese instante recordé a mi amiga, y sonreí, para que nadie viera que estaba destrozada.
Grité libertad y acabé con todo.
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Historias
RandomHistorias que escribiré cuando tenga tiempo o inspiración, puede que las acabe o no.