Gelatina (Lidge)

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(NOTA: Universo alternativo, aquí son solo chicos en la tierra con vidas normales)

¿Cómo es que la chica más lista del instituto se había enamorado del más tonto y mujeriego? Ni ella misma lo había entendido, pero ahí estaba, detrás del mostrador donde trabajaba observando con una sonrisa boba como el moreno reía con una de sus muchas citas. Le parecía curioso que siempre las trajera al mismo lugar. Pero eso no le importaba realmente, solo se sumergía en su hermosa sonrisa.

—¡Katie, una orden!— gritó el cocinero quien llevaba rato tratando de llamar la atención de la italiana. Ella reaccionó. Maldición, otra vez.

—Ya voy.— dijo apurada agarrando la charola. Odiaba distraerse así, estaba trabajando para ahorrar para sus estudios. Pero con él ahí simplemente no lograba mantenerse en el suelo.

—Aquí están, los postres para la mesa 5 ¡Ahora! que llevan rato esperando.— la chica abrió los ojos de par en par al escuchar el número de la mesa, volteó a ver, era indudablemente la mesa de Lance. No por favor.

—Pero esa mesa le toca a Hunk.— se quejó nerviosa.

—Hunk pidió retirarse más temprano este día, te tocan sus labores. Así que ya no más reproches y ve.— lanzó molesto el mesero. Katie sintió sus piernas palidecer. Tomó aire. Si se mantenía tranquila no podía salirle nada mal. Casual.

Caminó agarrando seguridad. Curiosamente, mientras más se aproximaba mejor se iba sintiendo. Quizás sí lo lograría. Hasta una sonrisa se plasmó en ella al haber obtenido mantenerse tranquila.

Pero ese "quizás sí" se echó a la basura cuando sin verlo venir, una pelirroja que era cita de Lance se levantó de su asiento y chocó contra ella, como película juvenil cualquiera, haciendo que la gelatina con rompope se derramara en el vestido rojo ajustado de la joven.

—Perdón, perdón, perdón.— rogó nerviosa la castaña sacando su trapo para secarle el vestido.— No fue mi intención.

—¡No me toques, niña!— dijo aquella irritada. Katie se alejó asustada. La vio aplastar sus labios tratando de tomar aire. De ahí, giró hacia el moreno ignorando completamente a la italiana quién ya estaba en el suelo recogiendo y secando todo.— Ya vuelvo Lancey Lance, como ves, esta chiquilla me he hecho un desastre mi vestido. No tardo.— tiró melosa. El moreno asintió con una sonrisa dulce. La pelirroja regresó su vista nuevamente a la castaña y se acercó a su oído.— Tienes suerte de que él sea un encanto y esta cita vaya maravillosa, sino te mataba.— dictó la "mandamás" para después retirarse con sus tacones altos. "Demasiado para una cita casual" pensó con molestia la de ojos color miel. Siguió recogiendo cuando de pronto, vio unas manos morenas que le ayudaban. Alzó la vista incrédula.

—Esto es para disculpar el comportamiento de Zeraphine. Es poco discreta ¿Sabes? Escuche lo que te dijo.— comentó divertido el moreno. Katie escuchaba todo lo que decía mas su cuerpo no reaccionaba. Maldita suerte la suya. Agitó su cabeza para despertarse y continuar recogiendo lo que pudiera.

—No es problema. Sería demasiado esperar que una chica con poco respeto por su dignidad expresara otro comportamiento. Ella ya tiene un estereotipo establecido que cumple con una función en la sociedad para ejercer el equilibrio ideal.— respondió con astucia tratando de no reírse de su propio comentario. El chico alzó la ceja extrañado.

—¿Me acabas de hablar en otro idioma?— preguntó Lance sorprendido e intrigado. Ella negó riendo por la expresión del cubano y terminó de recoger el último vidrio grande. Se levantó y dirigió su camino de vuelta hacia la cocina.

—En pocas palabras, te dije que voy a traerles más gelatina.— contestó riendo. Lance se sentía confundido. Algo le decía que no le había dicho eso. La chica se aproximó hacia la cocina, y sin percatarse, se encontró con un cuerpo más grande que el de ella sosteniendo ya, una bandeja con las dos gelatinas.

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