-Capítulo 11-

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Mi vista se topa con un edificio de dos niveles cubierto completamente en vidrio. Sé dónde estamos.

Scaramouche es un restaurante lujoso donde yo solía venir con mis abuelos antes de su fallecimiento, definitivamente será algo incomodo regresar aquí.

Zac me trae a la tierra de nuevo en cuanto abre la puerta derecha de su limosina saliendo al instante y dejándome espacio para yo salir.
Aunque pensándolo bien no sería mala idea acercarme "accidentalmente" a él mientras bajo del vehículo.

Pero no me quiero adelantar. Piensa antes de actuar Jason.

—¿Y bien? ¿Qué esperas?— cuestiona aún desde la puerta con una sonrisa un tanto seductora.

Muevo ligeramente mi cabeza y bajo con cuidado de no tropezar con la vereda.

Zac se acerca al chofer y le indica un par de cosas mientras yo me dedico a observar el lugar por fuera.

A cambiado un poco desde la ultima vez que vine, pues solía ser más pared que vidrio, y no lucía tan lujoso como ahora. Parece ser que ahora es uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

—¿Listo?— suelta de pronto acercándose a mi lado.

—Listo— respondo dirigiendo mi mirada a la suya.

¿Es enserio lo que está pasando?

—No te preocupes por la reservación, ya está hecha— comenta con un tono de voz al cual aún no me puedo acostumbrar.

En un santiamén llegamos al par de puertas que daban entrada al restaurante, las cuales nos fueron abiertas inmediatamente por dos hombres vestidos elegantemente.
En ese momento me doy cuenta de que no ando vestido correctamente para el lugar. Me detengo en seco. Zac me mira confundido.

—¿Pasa algo?

—No, es solo que...— no encuentro la forma exacta para explicarle mi situación.

—Oye, si te sientes incómodo o algo puedo llevarte a tu casa si quieres— comenta con rapidez comenzando a regresarse.

—No es eso— lo detengo inmediatamente y pienso en las posibles reacciones que el pueda tener al explicarle el asunto, y no voy a joder este momento solamente por una vestimenta, de todas formas no ando de gala, pero tampoco me veo mal —mejor olvídalo, vayamos a comer— le ofrezco una sonrisa.

—De acuerdo— contesta devolviéndome la sonrisa.

Y como si fuésemos viejos amigos, bromeamos durante toda la comida, compartiendo experiencias e historias embarazosas.

Mi corazón latía fuerte cada segundo, mis ojos captaban cada movimiento que él hacía. Los nervios me tenían dominado por completo sin embargo trataba de que no se notara, pues podría pensar que estoy loco o que solamente soy un niño inmaduro, pues aún tengo 18 años y el luce bastante mayor a mi.

—¿En qué piensas?— pregunta tomando un pequeño trago de su copa con vino blanco.

—En que le he dejado mi auto a mi hermana menor y probablemente ya haya causado una catástrofe en las calles— contesto riendo levemente, pues no quería que el notase que en realidad me tenía preocupado eso también.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2017 ⏰

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