Capitulo 3

1.2K 189 14
                                    

Durante el trayecto de vuelta en el coche de Morgan, el ambiente fue tenso y el silencio incomodo. Al Principio, Morgan y Nathan intentaron romper la tensión, pero al ver lo poco animados que estaban Steve y ella, desistieron a los pocos minutos, sumergiéndose en la sombría atmósfera.

Alyx contempló el paisaje que pasaba una y otra vez a través de los cristales sin prestarle mucha atención. Sentía la presencia de Steve a su lado, en el asiento de atrás del coche pero no giró la cabeza para mirarlo; no tenía ganas de enfrentarlo. ¿Y si no era capaz de cumplir la promesa que se había hecho a sí misma y a Amanda? ¿Y si al final, como había dicho Tomás, no tenía suficiente valor y huía? Cerró los ojos y apoyó la cabeza en la ventanilla, sintiendo el frío contacto del cristal sobre su mejilla.

Morgan se detuvo frente a la casa de Alyx y quitó las llaves del contacto aunque no hizo ademán de salir del coche. Parecía que todos se habían contagiado del sombrío humor que los había acompañado durante todo el viaje. Liza se acercó al coche y dio unos golpecitos al cristal.

—¿Qué hacéis? Nos habéis preocupado al no salir; creíamos que sucedía algo.

—Lo siento.

Morgan se puso nervioso y comenzó a disculparse torpemente.

—Vamos, Alyx —la apremió Liza—. ¿Te importa que entre a tu casa?

Alyx se giró un poco para mirar de reojo a Steve, pero éste tenía los ojos cerrados y la cabeza prácticamente ladeada hacia la ventanilla, sin prestarle atención. Nathan la miró inquisitivo, pero Alyx sacudió la cabeza y salió del coche.

—Sube —susurró a Liza.

Ambas caminaron hasta el portal y Liza esperó a que Alyx abriera la puerta. Subieron en silencio hasta que entraron a su habitación tras dar una excusa a su madre y Richard por la presencia de la mujer en casa. Ninguno de los dos se acordaba de que ella había sido su compañera en el hospital y no hubo ningún problema.

—¿Estás bien? —se interesó Liza, asomándose a la ventana unos segundos y cerrando la cortina.

—Sí —mintió.

Liza la miró con atención y sonrió tristemente.

—No, no estás bien, ¿qué te ocurre, cariño?

Alyx se encogió de hombros y se dio la vuelta, fingiendo que buscaba algo en su escritorio para que no viera las lágrimas que se habían acumulado en los ojos.

—Tener miedo no es un delito —continuó Liza, acercándose y estrechándola en sus brazos—. En tu lugar yo estaría aterrada.

—Pero no estás en mi lugar —sollozó—. No es eso lo que quiero decir —se lamentó—. Me gustaría ser más fuerte para poder protegerme y no ser una carga. Tengo miedo de no ser capaz de cumplir con lo que me he propuesto, de decidir huir ahora que se que tengo esa posibilidad. Miedo de decepcionar a aquellos que creen en mí... Me gustaría ser un Cazador como vosotros.

—¿Un Cazador? —Liza sonrió con tristeza—. ¿Sabes que estas diciendo? La mayoría de los Cazadores darían su vida por poder ser normales y vivir una vida normal.

—Sí, bueno —Alyx se echó a reír, secándose los ojos—. Una vida normal no estaría mal, y ya puestos, me gustaría no haber tenido que mudarme nunca, alejarme de mis amigos de toda la vida y, mejor aún, hubiera deseado que mi padre no hubiera muerto y que mi madre jamás se hubiera casado con Richard. Pero todo eso ya es imposible, al igual que el hecho de que existen los ángeles y son unos asesinos y que quieren matarme. Por eso, ya que estoy implicada de alguna manera, me gustaría tener alguna de vuestras habilidades para poder ayudar en vez de ser una inútil y un estorbo.

Ángeles Caídos (Cazadores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora