Maratón

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Capitulo 8

La casa era bellísima por dentro y por fuera. Tenía un estilo contemporáneo y clásico a la vez. Predominaban los tonos marrones y azulados. O el diseñador de interiores era buenísimo o su familia tenía estilo.

-          ¿Arte western? ¿Te gusta?—mire una pintura con vaqueros y hebillas.

-          No, esta casa la decoro mis padres…

-          Por cierto, ¿Tus padres?

-          Miami

-          Oh

-          Espera—asentí y el me sonrio y entro a una sala.

Empecé a fisgonear y me tope con una bonita mesa de caoba. Sobre ella había un reloj que tenía algo muy interesante sobre el. Un condón usado. Se veía grande y estirado. ¿Sera de el? Los celos despertaron en mí. Y deje de pensar con quien o quien no pudo estar Justin. Aunque a mí en que me afectaba si no era nada de Justin…

-          ¿______?—dijo entrando a la sala.

-          Me gusta este—apunte el condón azul.

-          Y ese es el tamaño de mi hermano. No has visto el mío—y el rosado color de mis mejillas seguro tenia ahora un rojizo.

-          Justin me refería al reloj—bromee.

-          ¿segura?—se acerco a mi; dispuesto a buscar mis labios, pero lo esquive.

-          Bueno estem… tengo hambre ¿Qué comeremos?—el rio y negó con la cabeza

-          Te dije que era bueno cocinando comida alemana.

-          No pasas de un plato de salchichas y un buen tarro de cerveza

-          ¿Eso piensas?—el arqueo una ceja—espera aquí, yo preparare todo

-          ¿seguro?

Justin no dijo nada; se giro y entro a la cocina.

Habían pasado 30 minutos desde que Justin me dijo que esperara. La espera era larga; y con esta hambre… Solo se escuchaba el movimiento de platos y cuchillos a la vez. ¿Qué tanto hará Justin?

_____ se canso de esperar y decidió seguir con su recorrido…. Se acerco a la mesita de la entrada, miles de fotos colgando alrededor de ella; muchas de Justin y su hermano con caras graciosas… y una que otra de sus padres. *Tome una pequeña que se encontraba al final de la mesa, sonreí para mí. Justin de bebe, con unos pucheros enormes. Hermoso, desde antes y esos ojazos. Con mi dedo delinee su pequeña boquita. De repente, sentí un respiro atrás de mi, sobre mi cuello.

-          Ya está listo—sus labios rozaban mi cuello.

Voltee y me encontré, de nuevo, con sus hermosos ojos. Le sonreí y me adelante. Entre al comedor.

-          Siéntate—obedecí.

Justin se acerco a mí con un plato. Era un tipo de carne y algo de ensalada. Olía exquisito.

-        Y...¿Que es?--me ento la curiosidad.

-        Tellerfleisch--lo dijo con un acento alemán y sonreí--es algo de asado, hojas de laurel, granos de pimienta... nada del otro mundo--sonreí al igual que el.

-          Bueno… --tome el tenedor platinado y me apoye para cortar una porción de carne. Me lo lleve a la boca. Delicioso—mmm… esta buenísimo

-          ¿enserio?—asentí—me agrada que te guste

El regreso y trajo algo de limonada y su plato. Debo admitirlo; ese ‘’Tellerfleisch’’ era delicioso, tal vez las especies en sí, pero la carne… la carne era algo fantástico, se desasía en la boca. Quién diría… Justin sabe cocinar. Entre broma y broma acabamos la comida. Me levante a poner los platos sobre el fregadero al igual que el.

-          Gracias. No me lo imaginaba de ti.

-          De nada.

Salimos de la cocina y fuimos a la sala, voltee a la mesa de centro y había una pequeña caja de chocolates; Pierre Marcolini, uno de los chocolates más ricos del mundo. Los mire deseosa de uno. Justin me miro y se acerco por la caja blanca.

-          ¿quieres?—asentí y el quito la tapa de encima. Todos se veían tan ricos, en su perfecto estado. Distintas formas y sabores. Tome uno de almendras—gracias.

-          Vi tus ojos de ‘’quiero uno’’—rei. Mordí la esquina del chocolate. Bendito cielo—mmm… Tenía años de no probar uno.  Esta delicioso-

Justin solo me miraba atento. El se acerco  y se arrodillo frente a mí, saco un chocolate rizado  y me hablo con la mirada. Me enamore de la azulada profundidad en sus ojos.

-          ¿pero sabes, donde es más delicioso?—yo negué con la cabeza y partió el chocolate en dos, un liquido rojo salió de él—aquí….

Perdón,me enamoré de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora