Capitulo tres

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Ya eran las 10:30, ____ ya estaría por llegar a la biblioteca. Me senté en los sillones viendo todo tipo de gente que entraba. Todos me miraban como preguntándose ¿Qué hace el capitán de futbol americano en la biblioteca? Y una que otra mujer me viboreaba cruelmente. Mire mi reloj, 10:35… voltee mi mirada hacia enfrente y e allí _____. Tan hermosa como siempre y con su Blackberry en mano. Ella hecho una mirada a la biblioteca y dio un medio giro para hablar con la secretaria, pregunto algo y la señorita le respondió y le apunto uno de los pasillos, ella agradeció y dio la vuelta para dirigirse al ¿pasillo 11? Pasillo 11 de… ¿Guerras y terrorismo? Típico de una mujer es romanticismo, novelas dramáticas, Romero y Julieta… ya saben, pero… ¿Peleas, acción, violencia? Eso no es normal, da igual ella es hermosa. Me levante del sillón de piel y camine hacia el pasillo 12, por las rendijas que quedaban entre espacio-espacio de la repisa hacia los libros podía ver, por partes, su cuerpo. Pero yo quedaba en frente de sus bellísimos ojos. Ella pasaba su índice por los libros, leyendo los títulos y tratando de elegir uno. Ella saco dos libros y los cargo con su brazo. Ella no me veía. Siguió viendo los libros y llego al final del librero al igual que yo. Cuando, al fin, me vio se sobre salto. Creo que la asuste, se le cayeron los libros.

-          Lo siento—me disculpe.

-          Amm… No, no te preocupes—le ayude a levantar sus libros.

*Fin de narración. Ahora narra tú.

Me asuste por su repentina aparición, ya lo había visto… claro. El capitán de Los Tigres… ¿Cómo se llamaba? A si, si… Justin. ¿Qué hacia el aquí? Reí para mí misma.

-          ¿De qué te ríes?—me pregunto.

-          De nada. Solo que… ¿Qué hace el capitán de futbol americano en la biblioteca? –no pude evitar mirar su cuerpo-- ¿Reprobaste alguna materia?—él se rio.

-          No… y ¿Qué hace la más hermosa leader de las porristas en la biblioteca?—ahora yo reí.

Otro conquista. Pensé.

-          Me gusta leer—le sonreí pero coquetee un poco con él.

-          ¿Delincuencia, terror, violencia?—reí.

-          De todo.

-          ¡oh! Te gusta esa frase de Shakespeare ‘’El amor consuela como el sol en el resplandor de la lluvia fuerte’’—pobre inútil, pensé.

-          Es ‘’El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia’’—negue con la cabeza—te encargo que lo leas. No estás tan mal. Bueno nos vemos…

-          ¡No, espera!—él tomo mi mano y  se movió hacia atrás y pego con el librero y un libro de los grandes rasgo su espalda, el se quejo.

-          Ouch, ¿Estás bien?—el solo se arqueaba por el dolor

-          Si, si… perfecto

*fin de la narración. Ahora narra Justin.

-          Tienes que ir a la enfermería, no podrás jugar así…--exacto a la enfermería.

-          ¿Me acompañas?

-          ¿Qué?—Le sonreí—amm… tenía unas cosas que hacer y…-

-          ¿Por favor?—le hice un puchero y ella me sonrió.

-          Okay—volteo los ojos.

Fingí que en verdad me dolía y seguí caminando lento, hasta llegar a la enfermería. No estaba muy lejos. Le dije mi nombre y ella se vio obligada a decirme el suyo, aunque yo ya lo sabía. Llegamos a la enfermería y no estaba la hermosa enfermera. Eso fue sarcasmo.

-          ¿Dónde está?—pregunto ella.

-          Probablemente… su turno libre.

Estaba un poco cansado, si me había dolido el golpe. Me sobe la espalda e hice una mueca de dolor, que al parecer… ella vio. Hecho una mirada a la enfermería y abrió un cajón y encontró unos parches y algo de vaselina.

-          Voltéate—me ordeno.

-          ¿Qué harás?

-          Nada malo. Te lo aseguro.

Pero para mí todo lo que hacia esa mujer era malo; mover sus caderas, morderse el labio, coquetear con su sonrisa… era malditamente sensual.

-          Pero…--ella miro mi camisa.

-          ¿Quieres que me quite la camisa?-- ¿y después tengamos sexo aquí?, pensé.

Vi que se puso algo nerviosa

-          Pues sí, si quieres…

-          No. Si quieres tú… tu eres la que me la vas a ver—ella anarco una ceja y rio—La herida—corregí.

-          Entonces si—lo sabía.

Ella se adelanto y me ayudo a desabrocharme los primeros botones, yo le ayude con los de abajo. Me hiso ponerme boca abajo. Parecía el comienzo de un excitante masaje erótico. Lamentablemente no era así. Escuche como hundió sus dedos en la vaselina y después lo aplico delicadamente sobre el área hinchada. Yo me queje y enarque un poco mi espalda. Sus suaves manos sobre mi piel, parecían un pedacito de su cielo. Abrió el parche azul y lo coloco sobre mi espalda, lo pego y bajo su mano lentamente por él.

-          Ya esta—yo me senté y me puse enfrente de ella

-          Gracias—le sonreí.

-          De nada.

Tome con cuidado su mano y le di un beso.

-          ¿Aceptarías una cita de mi parte

Ella lo pensó

-          ¿Que?

-          Por favor—volví hacerle un puchero.

-          Te confirmo después—ella me sonrió para después tomar su bolso—cuidate ese golpe. Bye

-          Piensa en lo que te dije—ella me sonrio y salió de la enfermería. Woow, esa mujer en verdad era un ángel.

Perdón,me enamoré de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora