Sprinkled with stardust, she was told all her hopes and dreams. (M)

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Salió corriendo del hotel. En los últimos meses, jamás pensó que ese día llegaría y, sin embargo, ahí estaba, huyendo de la situación con la que tantas veces había soñado, y que tantas veces había sucedido en su cabeza, siempre con desenlace distinto. ¿Qué acababa de hacer?

Se limpió las lágrimas que caían por su mejilla, esperando que el poco maquillaje que traía puesto no se corriera, porque era lo último que le faltaba. No podía creer como Florencia la había llegado a afectar hasta ese punto. ¿En qué momento se convirtió en rehén de sus propios sentimientos? A cada día que pasaba, menos era la paciencia y la tolerancia que tenía al verla a ella, tan hermosa como siempre, tan simpática y con esa hermosa energía positiva que dejaba a su pasar, con el tarado de su novio—o ahora ex novio— que era, ni más ni menos, todo lo contrario a la chica de la que estaba enamorada.

Para su mala suerte, si le habían preocupado un par de lágrimas, ahora eran lo de menos. Ya estaba hecha sopa en plena entrada del hotel de las hermanas Estrella. Fantástico. Se negaba a entrar de todas maneras, no después de lo que recién acababa de pasar con Flor. En lo que decidía si tomar un taxi o pedirle a alguno de los chicos que la alcancen a su departamento, escuchó su nombre a los gritos, y sabía muy bien de quién provenía.

—¡Jazmín! —Apareció en la puerta, mirándola con confusión— ¿Qué hacés abajo de la -hm- lluvia? ¡Entrá!

La pelirroja la miró unos segundos y no pudo soportarlo; no sabía si lo que había ocurrido hacía unos momentos habían hecho que se ganara el rechazo y odio eterno de Flor o si, quizá, como mera posibilidad, le haya abierto la puerta que tan pacientemente había estado esperando que se abriera.

—No, Flor. Me voy a casa.

No tenía ganas de saberlo, ni siquiera sabía si quería saberlo nunca. Todo lo que quería era irse, irse y olvidarse de todo, despejarse y descargar toda la tristeza, angustia e impotencia que llevaba consigo y no le permitían respirar bien. Todavía podía sentir como su corazón le latía a mil por hora, como la sangre corría por su cuerpo, llena de emoción y adrenalina. Tantas emociones en tan pocos segundos, y estaba segura de que todavía podían reflejarse todas y cada una en sus ojos, o así de expuesta se sentía. Dio media vuelta y se quedó mirando el piso, con los brazos cruzados para cubrirse aunque sea un poco.

Había esperado que la chica entrase de nuevo al hotel, y sin embargo un pequeño toque en su hombro la sobresaltó. No tuvo que hacer mucho; con solo levantar la mirada podía verla al lado suyo, más cerca de lo que esperaba, y observándola muy atentamente— demasiado atenta.

—Bueno, -hm- si no entrás, entonces yo tampoco. —Silencio. Jazmín no quería decir ni una sola palabra, sentía que si hablaba iba a ponerse a llorar otra vez. Si hubiese sido otra la situación, y hubiese tenido otro ánimo, la hubiese cagado a pedos a Florencia por quedarse ahí y mojarse entera, porque probablemente se enfermaría la muy terca. Pero apenas y podía mirarla unos segundos antes de volver a mirar al piso.— Jaz, hablame.

Antes de que Jazmín siquiera se moviera, a lo lejos se escuchó otra voz.

—¡Flor! ¡Florencia!... Ah, acá estás, escuchá necesito que me ayudes con unas cosas adentro; es importante. —Interrumpió Virginia, y cuando se dio cuenta de que no estaba sola, agregó:— Perdón si interrumpo, pero es importante, —sin más miró una vez más a su hermana esperando que reaccionara y se moviera— ¿Vamos? Te espero adentro, dale, no quiero seguir empapándome acá.

Cuando Virginia desapareció adentro del hotel, el silencio entre ambas volvió. Y a los pocos segundos, ya no eran el silencio y ellas, sino que eran el silencio y Jazmín, sola.

Flozmin One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora