Aburrido.
Con rapidez el hombre, que anteriormente se había encontrado al lado del rey, me sostuvo la muñeca... Que era un acto inútil de defensa. ¿Acaso había hecho algún movimiento que indicase que lo iba a matar? La respuesta era igual de negativa que mi próxima acción. En un fugaz movimiento deje a su mayordomo, y al mismo rey en K.O. Era error suyo. Nunca me debieron subestimar, ya sea por mi sexo o por mi primera impresión; jamás debes de subestimar a tu enemigo, sea o no mujer, esté o no débil, es algo estúpido en toda su totalidad.
De pronto aparecieron de uno a uno una docena de guardias. ¿Quien los llamo? No había hecho ruido alguno para causar tal alboroto por parte de la seguridad de este Castillo... Demonios, la idea de que el rey pudiera llamar mentalmente a sus guardias había sido botada totalmente de mi mente.
Suspire. Si era sincera conmigo misma, no quería pelear por la flojera que me producía hacer esto después de haber estado encerrada en esa celda... Espera. ¿Acaso esperaban que diga que amo a este chico? No gracias, preferiría hundirme en el Limbo donde todos los demonios coman mi putrefacta carne. Del dolor por rechazarlo al amor había una extensa y larga distancia por estos momentos.
Deje a los dos en el suelo. Me agache delante de él, y con mi mano libre levanté su mentón poniendo su cara a la altura de la mía.
—Seras su rey, pero no te permito levantarme la mano. No te mate por piedad, si en verdad aprecias tu vida me llevarás con mi diamante y dejarás ir. De otro modo... Lamentaria ser yo la que cortase tu lindo cuello— Dije en su oido.
Me paré, dejando caer su mentón, antes de que sus instintos de hombre lobos despertasen, aunque no puedo estar completamente segura de que no lo haya hecho ya.
Debería admitir que la cercanía de sus labios me había tentado de una manera sobre humana, pero bueno... Sólo era cosa de primera estancia, pronto dejaría de sentir todo este revuelto en mi corazón. Ella era incontrolable, Shesta parecía recobrar fuerzas sobre mi cuerpo cada vez que me acercaba a él.
—Escoltenla a mi habitación — Pronunció el mismo rey.
Eso me había tomado de sorpresa. Lo mínimo que esperaba era tener espacio personal, aunque no había mucha diferencia, el chico debería estar ocupado la mayor parte de su tiempo, por eso de ser rey. Sólo esperaba que la habitación no este decorada con autos o algo asi.
No deje que me tomarán de mis brazos. Me mantuve al lado del ya conocido Josh. Por el momento, era la presencia menos desagradable de todo este gigantesco Palacio.
●
Los guardias me dejaron delante de una enorme habitación. Sus paredes eran de blanco y negro, al igual que toda la habitación. Había dicho que no quería decoraciones de autos, pero esto era excesivamente... aburridos sobrio.
Ignore ese hecho, y decidí acostarme. Era obvio que necesitaba un baño. Revise el armario, que era lo mismo que dos yo. El armario tenía prendas de diferentes estilos, aunque bastantes femeninas para ser utilizados por mí, no habia mucho que me gustara más que una que otra prenda básica.
Al final me decidí por una simple jean negro, una camisa gris de mangas cortas y un conjunto de prendas interiores cualquiera. Me resultaba fascinante lo eficientes que eran los empleados del rey, no debería haber pasado más de medio día y ya tenían ropa para mujer preparada.
Me adentre por la puerta blanca que apostaría era el baño. Entre encontrandome con lo ya apostado. Era enorme, como casi todo lo de este Palacio, tenía muchos tipos de acondicionadores y ese tipo de cosas, y muchos demás lujos ostentosos que no me valia la pena mencionar.
Me despoje de mi ropa con cuidado, pude notar como mi piel estaba como nueva, a pesar de yo haber sido arrastrada por el suelo y aplastada. Largue el agua caliente, era tan fuerte que casi quemaba al tacto, aunque así me gustaba, me hacia recordar viejos tiempos olvidados en el pasado.
Me sumergi en la tina. El agua hizo el trabajo de relajar cada músculo, proporcionandome una sensación de relajación total. Haber dormido en el suelo de aquella celda no había sido lo mejor para mis musculos, bueno, para nada en mí, ni lo sería para nadie, en realidad. Quizás resultaba que me gustaba tener ese sentimiento de vacío en el pecho, no paraba de recrear momentos que quisiera ya haber superado en este corto lapso de tiempo. Estando sentada en la tina sentía que me encontraba absolutamente sola ahogandome más de lo debido en cosas que ya había decidido, arrepintiendome en parte por cosas que por ahora había hecho bien. ¿Me sentía cómoda?
Era un hecho de que sólo estaba intentando salvar lo poco que me quedaba de bien en mi mente, pero seguía sumergiendome en pensamientos innecesarios, la mejor idea era intentar huir de mi interior. Pero estaría bien, completamente bien, o a esa idea me quise aferrar hasta el último momento.
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El rey. [1# Libro de la biologia "Nuestros".]
Lobisomem- ¡Tú, eres mía! Unas manos me encarcelaron por la cintura. -Tranquilo niño, no soy tu juguete. No tengo tiempo para jugar con un puberto, tengo que encontrar al poseedor de ese grandioso aroma. Olfetee el aire pero sólo llegue a una conclusión... ...