Capítulo 1

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En una fría mañana, se encontraba Young Bae cultivando rábanos con su padre cuando vieron a su madre atravesar la entrada de la granja cargada de bolsas del mercado, más atrás venia Jennie en la misma situación y por último la pequeña Haru que llevaba un apio abrazado en cada uno de sus brazos.

— Ve a ayudarles — escucho Bae la voz de su padre.

— Si — respondió antes de correr obediente a la entrada.

Young Bae solía trabajar con su moreno torso desnudo, esa mañana a pesar de ser invierno no era la excepción, su abdomen y pecho estaban a la vista mostrando su piel brillante por una ligera capa de sudor. Cuando llego al lado de las mujeres ayudo a su madre con algunas bolsas y a Jennie con otras.

— ¡No! Yo los quiero llevar — reclamo Haru cuando se acercó a ella con la idea de ayudarla con uno de los apios.

— Bueno, como quieras — sonrió entretenido ante la adorable expresión de enojo de la más chica de sus hermanas.

Se metieron a la casa de adobe hecha por las manos del difunto bis abuelo Dong, se digirieron a la cocina donde el joven dejo las bolsas en el suelo para que las mujeres luego las ordenaras, pero estaban muy cansadas para hacerlo de inmediato, hace algunos días el burro que ocupaban para cargar sus compras del mercado había muerto, aun no compraban otro así que ese día debieron ir y cargar todo ellas mismas.

— ¡Ah! Estaba tan lleno el mercado... — se quejó Jennie mientras sacudía su blanco delantal de hojas de cebolla.

— No, no estaban tan lleno — dijo Haru dejando sus preciados apio sobre la mesa, esa era su verdura favorita.

— Es porque tú eres una enana y solo ves pies.

— ¡No! Mamá, Jennie me está molestando otra vez.

— Ya basta — dijo la mujer sin mayor interés mientras se sentaba exhausta en una silla, sonrió cuando un vaso de agua fue puesto frente a ella, era el brazo de Young Bae quien lo sostenía, lo recibió y le dio un sorbo — gracias, tenemos que comprar pronto un burro.

— Si, es fastidioso cargas todas estas cosas, me duelen los brazos — Jennie reclamo otra vez.

— No seas tan quejumbrosa o nunca te casaras — le advirtió su hermano sonriendo, sentía piedad del pobre hombre que llevara al altar a su hermana, Jennie solía decir siempre lo que pensaba sin ningún tipo de filtro, eso incluía quejarse por la mas mínima cosa que le molestara.

— Pero si yo no quiero casarme — la joven ya tenía dieciséis años, estaba en edad de casarse, sus padres esperaban que en cualquier momento un joven del pueblo apareciera en la granja a pedir su mano o el permiso para cortejarla, pero ella tenía otros planes, quería salir del pueblo, su alma era aventurera, ella quería ver que era lo que había más allá de Rise — yo quiero ser siempre libre, como esas gitanas del mercado...

— ¿Gitanas? ¿Cuáles gitanas? — preguntó Young Bae.

— Estaban en el mercado, por eso hay más gente hoy, estaban leyendo la suerte y vendiendo amuletos, mira — ella se llevó las manos al cuello, rebusco entre su ropa y saco de debajo de su vestido una diminuta bolsa de gasa que llevaba colgada al cuello, dentro parecía haber fragmento de hojas secas de colores.

— Guarda eso — la regaño su madre — ¿Qué te dije Jennie? Tu padre puede entrar y verlo.

— Lo siento — guardo el amuleto de vuelta debajo de su ropa, el trato que hizo con su madre para que le dejara comprarlo fue mantenerlo escondido ya que al jefe de familia no le gustaban los gitanos, si se enteraba que uno de sus hijos se había involucrado con ellos todos estarían en problemas.

JeliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora