Capítulo 1: "Inicios y Comienzos"

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Era cuestión de minutos y Samira Teppes volvería a una rutina eterna de la cual parecía nunca salir. Volver al internado 7 días cada semana prácticamente toda su vida en ese lugar. Ella se encontraba esperando el autobús junto a su hermana Silvana, como era de costumbre este siempre se demoraba en llegar a buscarlas por la culpa de otros estudiantes que no salían nunca de sus casas. Las expectativas de Samira y Silvana para este año no eran tan altas, tan sólo les interesaba pasar de curso y aprobar todas sus materias.

Al fin había llegado el autobús, Silvana y yo entramos, nos dirigimos hacia nuestro asiento que era el mismo desde que teníamos memoria era más o menos casi al final. De nuestro curso somos las únicas que usamos el autobús ya que a los otros siempre los van a dejar los padres en su auto y más bien si era el primer día de clases, mamá trabaja desde muy temprano y se le hace imposible venirnos a dejar y papá, bueno hace mucho tiempo que no sabemos nada de él desde que se fue de la casa a alguna parte, nosotras eramos muy pequeñas e incluso hasta ahora no se ha tratado de comunicar con nosotras ni siquiera para saber "cómo estamos", lo manejamos bastante bien, aunque a veces algunas situaciones nos rompen, sobre todo cuando notamos que su presencia nos hace mucha falta.

Ambas se dirigían a su colegio, más bien internado. Un lugar envidiado por muchos establecimientos ya que se encontraba situado en un inmenso bosque que tenía consigo una laguna preciosa e incluso algunos decían que solo estaban ahí los mejores profesores de todo el país. Era un internado como todos, salones de clases y dormitorios suficientes para albergar niños desde pequeños hasta sus últimos años de mayores, contaba con patios delanteros y traseros, tenía como tres pisos, una gran cantidad de pasillos que se parecían entre sí, un gimnasio, una biblioteca, un comedor, cocina, baños, duchas, bodegas, salones principales, despachos, oficinas, entre otros cuartos. El personal era lo más preciso posible, no habían ni muchos ni pocos, si no que los suficientes para mantener el orden dentro del lugar. Todo era encabezado por la nueva directora, más bien una señora que había dirigido este internado cuando apenas comenzó y volvió para llenarlo de prestigio nuevamente, trajo consigo nuevo personal que reemplazó a algunos, cambió las reglas y redujo cursos, de hecho cambió todo con tal de que volviera a hacer un colegio de élite y no se fuera a la quiebra como supuestamente estaba antes de que ella volviera a lo que sabía hacer mejor que nadie.

Llegando al internado fuimos a averiguar cuál sería nuestro salón de clases para este año, Silvana fue a preguntar a los inspectores y me vino a avisar.

—Nos tocó la sala N° 36 Sam, al fondo del pasillo Sagrado Corazón—

Subimos las escaleras y caminamos por el fondo del pasillo, hasta encontrar nuestro salón, entramos y prendimos las luces, tomó tiempo en que se quedaran prendidas, parpadeaban bastante, dejamos nuestros bolsos con ropa, más nuestras mochilas en los puestos de casi final del salón, no sé cuál era nuestro afán por siempre ubicarnos casi al final de lo que fuera, quizás así podíamos ser invisibles para los de más adelante. Silvana y yo siempre tratábamos de no resaltar mucho y pasar más bien desapercibidas. Una de las ventajas que tenía tomar el autobús para venir al internado es que llegamos muy temprano, mucho antes de que lleguen todos nuestros compañeros.

Finalmente después de tanto dar vueltas, las hermanas Teppes se sentaron a charlar de cómo se sentían al volver a clases, a esta tortura otra vez.

—Por un lado bien ya que extrañaba este lugar y pasar más tiempo con mis amigos y por el otro lado mal ya que volvíamos a ésta rutina de tareas, trabajos, pruebas, etc. —Dijo Silvana con un poco de estrés momentáneo.
—Eres una floja, este año no tienes que ser irresponsable como el anterior, en este debes ponerte las pilas para sacarte buenas notas, no mediocres. —Le respondió Samira en modo de orden.
-—No eres mi madre para decirme lo que tengo que hacer, además para ti es fácil decirlo, siempre te sacas buenas notas e incluso logras ser siempre la mejor en todo. —Respondió Silvana molesta y tal vez hasta con un poco de envidia.
—Si no te juntaras con ya sabes quién, créeme que te iría mucho mejor. —y con un poco de burla Sam agregó ¡Parece que la flojera se pega como la tiña!

El Internado San TemuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora