En cuanto llegaron a ese pequeño pueblo, los chicos pudieron notar varias cosas: iba a ser difícil conseguir a Steve, no había ni una red de wi-fi disponible y la escaza población hacia el lugar un tanto aterrador.
Se detuvieron en la primera gasolinera que encontraron, contra la voluntad de Chris, que no paraba de decir que esa era la forma en la que morían los protagonistas de películas de terror. Al bajar del auto, el muchacho estaba casi temblando, lleno el tanque con tal velocidad que cuando regresó, prácticamente se lanzó al puesto del conductor.
Las risas estallaron en el vehículo.
— No puedo creer que un pueblo llamado "Villa solar" pueda ser tan escalofriante—Encendió el auto—. No había nadie en esa gasolinera, me pude haber ido sin pagar.
— Si, pero estabas muy ocupado vigilando que no hubiera alguien con un hacha en el maletero—Zac lo miró acusadoramente a lo que él respondió rodando los ojos.
— Solo díganme cuando vean una cafetería. Y empiecen a buscar a algún Aspen que viva aquí.
— O Vertes—añadió Zac en referencia al verdadero apellido de Steve.
Varias vueltas después, los chicos cayeron en cuenta de que estaban perdidos así que no tuvieron más opción que preguntarle a las pocas personas que se encontraban por las calles, donde había una cafetería. Las indicaciones ayudaron a encontrar un pequeño local, para su suerte habían llegado justo a tiempo, pues iba a cerrar dentro de veinte minutos. Se sentaron en una mesa cercana a la puerta y una mesera los atendió casi al instante, pues eran los únicos en el lugar. Todos ordenaron lo mismo: sándwich de pollo y el castaño no pudo evitar preguntar el por qué cerrarían tan pronto el lugar.
— Hoy hay toque de queda a partir de las dos de la tarde—informó la mesera de nombre Clara.
— ¿Y se puede saber por qué?
— La policía está buscando a un muchacho, parece que asesinó a su hermana, o algo así.
— Gracias.
Ninguno de ellos pareció querer decir algo, Chris solo tomó su celular.
— Están en una calle...—presionó algunas teclas— según Google Maps están a cuatro cuadras de aquí.
— Esperemos que la comida llegue y nos vamos. Tenemos solo dos horas—sus amigos asintieron a las palabras de Ivan.
Las constantes lluvias habían dejado un clima bastante frio en todo el país, y Villa Solar, no era la excepción, pues el viento helado se colaba por todos los lugares, tanto así que los chicos tuvieron que subir todos los vidrios del auto. Tal vez el clima también tenía parte de la culpa por la ausencia de personas en el pueblo.
En el camino al lugar donde se suponía debía estar la policía, pudieron observar como todas las tiendas, restaurantes y bancos estaban cerrados, y como las pocas personas que estaban en las calles, entraban a sus hogares o autos con rapidez. Unas cintas amarillas de seguridad que impedían el paso, hicieron que Chris frenara de repente. Algunos policías que estaban cerca del lugar, voltearon a verlos y uno se acercó para ordenar que bajaran.
— ¿Puedo saber que hacen aquí?—preguntó el hombre de unos cuarenta años.
— Solo paseábamos por acá—Ivan, el mentiroso del grupo, lo dijo con un tono bastante seguro.
— ¿Qué ocurre, oficial?—preguntó Zac—. ¿Ha pasado algo grave?
— Un psicópata ha matado a dos de mis mejores policías, eso pasa. Necesito que se vayan, luego de las dos esto no será seguro—el tono amenazante del oficial, convenció a los jóvenes de no preguntar nada más.
Entraron al auto y se alejaron de esa escena.
— Chicos, si él mató a esos policías significa que es el asesino de Sara—Ivan parecía más asustado.
— ¿Qué clase de chico se enamora de su hermanastra y luego la asesina?—Chris empujo el acelerador.
— Te aseguró que no un chico normal—el auto se detuvo en una intercepción y los chicos comenzaron a hablar de cualquier cosa.
Un gran estallido los hizo mirar al frente.
Acababa de ocurrir un choque y los dos autos que estaban involucrados ardían en llamas.
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La última palabra.
Mystery / ThrillerZac, Ivan y Chris escribían como si la vida se les fuera en ello. Y a las personas se les iba la vida con cada palabra que escribían.