Capítulo uno.

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Tengo miedo de preguntar qué ocurrefue lo único que se le ocurrió decir a Zac Torres al ver a su mejor amigo sentado en la mesa del comedor mientras gritaba y lloraba. El suponía que lo mejor sería si se sentaba a su lado y lo consolaba pero conociendo a su amigo, sabía que no era más que otra de sus exageraciones.

Chris Espinoza, conocido como la persona más excéntrica y dramática de todo el pueblo, era famoso por su capacidad para hacer las cosas peor de lo que eran y por ser pelirojo.

— Deberías—le aconsejó su otro mejor amigo, Ivan, mientras aparecía a sus espaldas y se sienta al lado de Chris. Tomale extendió su celular que tenía abierta la página del periódico escolar, específicamente en la parte de los cuentos. Empezó a leer en su mente, hasta que llego a la segunda página:

"De repente, Sara sintió que su mirada bajó a sus labios. Se quedo helada mientras él se acercaba más haciendo que la distancia que los separaba, se acabara. Estuvo por unos momentos inmóvil y luego le correspondió el beso."

El castaño hizo un gesto de asco.

— Demonios, amigo, ¿quién escribió esto? es como si Jane Austen hubiera quedado embaraza de un fanático de los slasher y este hubiera sido el resultado.

Luego de decir eso, Chris soltó un llanto más profundo.

— Lee la reseña—ordeno Ivan mientras le daba unas palmadas a Chris en su espalda. Se notaba cierto fastidio, por la forma en que rodaba sus ojos azules—. Oh, pero primero, toma un poco de agua.

Zac lo miró desconfiado, pero aun así le hizo caso tomando un poco de la botella que estaba sobre la mesa, justo antes de leer:

"Una historia prometedora, que muestra la interesante combinación de romance y misterio. Esto fue escrito por Samantha Collins, estudiante del decimo grado. Si quieren saber mas sobre este nuevo talento, no olviden dejar sus opiniones, no se pierdan nuestras próximas publicaciones, aquí, En el portal del terror."

El agua que hasta hace unos momentos estaba en la boca de Zac, salió disparada a la cara de Chris, al momento de leer ese nombre.

— ¡Perfecto!, una escena real de sorpresa—festejó el pelinegro mientras pausaba el video que había grabado del escupitajo.

— En serio, amigo. Deja de usarme para tus cosas locas del club de cine.

— Ya dejen de pelear, tenemos algo peor de que preocuparnos. ¿Qué vamos a hacer con Sam?—pregunto el castaño.

— Por eso lloro, no le puedo decir al amor de mi vida que ya no formara parte del grupo, será como clavarle un puñal en su corazón, ¡un puñal que luego me clavara en la cara!—grito el pelirrojo y más joven del grupo, en referencia a que Sam había sido su amor platónico desde la escuela.

Ivan y Zac se miraron con los ojos entrecerrados, este ultimo susurró "patético".

— Le escribiremos un mensaje, como personas maduras y civilizadas que somos—propuso Ivan, saco su teléfono y comenzó a teclear:

"Estimada Samantha Collins, cumplimos con la penosa tarea de informarle que su solicitud de admisión al grupo ha sido rechazada. La razón, es que consideramos que su historia es lo suficientemente mala como para asesinar a Stephen King de un ataque cardiaco y que puede llegar a hacer que Allan Poe se revuelque en su tumba. Esperamos que tenga buen día.

Los tres jinetes."

Las miradas de sorpresa por el aparente profesionalismo de Ivan habían desaparecido de la cara de los chicos.

— Por supuesto, ahora en vez de querer asesinarme con una puñalada considerara vender mis órganos y torturarme hasta que muera—comento Chris con un "ligero" tono de sarcasmo.

El timbre sonó, anunciando el inicio del segundo período de clases.

— Luego pensaremos que decirle—anunció Zac para correr por los pasillos.

La clase debió haber empezado hace, aproximadamente, cinco minutos, estaban casi todos los alumnos en el aula pero aún no llegaba el profesor, David Aspen, que era por mucho, el profesor más estricto del colegio, su tez tostada y su metro sesenta no eran un obstáculo para su severidad. Es por eso que era tan extraño que aun no hubiera llegado.

El coordinar entró al aula, sacando de sus pensamientos a Zac.

— Buenas tardes, alumnos—todos respondieron con un ensayado "Buenos días"—. Pasaba para informarles que el profesor no asistirá hoy, debido a la trágica noticia de que su hija murió el día de ayer por la noche. Por favor, eviten escaparse, aun les queda una hora. Los estaré vigilando.

Indicó a todos salir del aula y luego se fue.

Cuando Zac salió al pasillo lo primero que vio fue a Ivan corriendo hacia él.

— Necesito contarte algo—soltó al momento en que ponía sus manos en las -rodillas y respiraba entrecortadamente.

— Oye, ¿sabes cómo se llamaba la hija del profesor Aspen? —preguntó interrumpiéndolo.

— No sé, creo que se llama Sara.

— ¿Sara? ¿Sara Aspen?, eso es extraño—comentó poniendo su pulgar sobre la comisura de sus labios, pensativo. Trataba de recordar donde había oído ese nombre.

— No, no lo es. Hay un millón de Sara's —aseguró el otro chico agitado—. En serio necesito contarte algo, amigo—dijo muy desesperado y comenzó a empujarlo debajo de la escalera.

Los ojos de Zac parecían estar a punto de salir de su lugar, cuando el pelinegro lo empujo a la pared y luego se asomo para decir: "creo que no viene nadie".

— No sé qué te ocurre, algo me dice que tampoco quiero saberlo. Pero te agradezco que quites tus manos de mí—advirtió y al cabo de unos segundos se escucharon los pasos de alguien corriendo y acto seguido, se escondió también debajo de la escalera.

— Te juro que te matare, Ivan, ¡rompió la tabla de mi mesa en frente de todos! Y ahora me persigue para golpear zonas que no deberían ser golpeadas nunca—gritó un Chris muy consternado y molesto.

— No puede ser, entonces será a mí al que torture y luego venda sus órganos—dijo colocando sus manos en su pecho, asustado y luego miro a Zac, recordando algo— Déjame explicarte. Lo que ocurrió es que tal vez, le haya enviado a Sam ese mensaje, por equivocación.

Zac se recostó de la pared: — Es todo, moriré virgen.

Intento olvidar su muerte cercana cuando recordó algo.

— Amigos, ¿alguien sabe cómo murió la hija del profesor Aspen?.

— Oh si, oí algo de eso. Resulta que la chica tenía una relación con su hermanastro y él la asesinó, ¡que sádico! —hablaba el pelirrojo a la vez que recordaba.

— Cierto, me dijeron que el tomó el carro de su padre y la atropelló.

El chico sintió como su cara palidecía.

— ¿Y eso no les parece conocido? —al ver su mirada de confusión, continuó—. Es como en la historia de Sam.

Nadie dijo una palabra, pero lo siguiente que supieron es que alguien los jalaba hacia el pasillo.

La última palabra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora