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(habla Clara)
Hoy he tenido que levantarme temprano para poder coger el tren. Iba desde Cataluña hasta Andalucía. Mis padres me envían ahí porque dicen que me irá bien pasar un mes y medio de las vacaciones con mis abuelos. No los he visto nunca, y si son como los demás abuelos, me espera un mes muy largo. Aleix y yo salimos desde hace casi dos años. Él hace que esté feliz. Me acompaña hasta el tren, donde nos despedimos.

-Vigila en Andalucía -me dice Aleix-, y recuerda que pase lo que pase, me lo puedes decir. Siempre tendré el móvil a mano por si me dices algo.

-Si, te iré enviando mensajes -le digo yo-. Cuando haya llegado y haya dejado todo, podemos hacer una videollamada.

-Me parece bien.

-Y recuerda, el día 15 del mes que viene a las 16:00 llegaré aquí.

-Lo sé. Llegaré media hora antes por si acaso -me dice Aleix.

En ese instante, llega el tren. Se me caían las lágrimas. Me hacía mucha pena no poder verlo en persona en un mes y medio.

-Que te quede claro que yo te quiero mucho -me dice él.

-Y yo más -le digo.

Nos dimos un beso y entré en el tren antes de que se cerraran las puertas. Mientras buscaba un sitio donde sentarme, miré a Aleix y no pude evitar llorar. El tren arrancó, dejé la maleta en la parte de arriba y me senté.

-Por qué estás llorando? -me dice una señora que tenía al lado.

-No veré a mi novio en un mes y medio -le contesto.

-No hace falta que llores por eso, seguro que te pasará el tiempo muy rápido.

-Gracias.

-No hace falta que me lo agradezcas -me dice.

El viaje se me hizo eterno. Veía cómo la gente subía y bajaba del tren, y yo seguía en el mismo lugar donde estaba al principio. De repente miro el móvil y veo que tengo un mensaje de Aleix. En el mensaje ponía: "Cómo deseo que llegues ya. Te echo mucho de menos. Te quiero mucho". En ese momento noté cómo se me caía una lágrima.

Cuando me entró el hambre, fuí a buscar el vagón donde estaba el bar/cafetería/restaurante. Allí me compré una bebida y una bolsa de patatas. Como no se podía comer en los otros vagones, me quedé allí hasta que acabé. Al volver a mi asiento, veo a una señora que no era la que estaba antes.

-Buenos días -me dice esa señora. Parecía maja.

-Lo mismo digo -le digo. Si no le hubiese contestado, hubiera sido de mala educación, y seguro me empezaría a dar una charla de porqué se tiene que contestar a alguien que te dice alguna cosa.

Por fin llega el tren a mi destino. Salgo de la estación y cojo el papel donde tenía apuntada la dirección. No paraba de preguntar a la gente que me iba encontrando por la calle. Muchos me decían que no vivían allí, que sólo estaban de vacaciones. Otros que no lo sabían. Hasta que por fin un chico que debería ser de mi edad me dice dónde es. Pico al timbre y se ve a una señora mayor.

-Tú debes de ser Clara -me dice.

-Si, soy yo. Y tú debes de ser mi abuela.

-Tú misma lo has dicho. Entra y te enseño la casa.

-Gracias -intento ser educada con ella, ya que si no lo soy, la tendré que aguantar un mes más.

Vamos hacia la sala de estar. Ahí veo a un hombre mayor sentado en un sillón viendo la televisión.

-Mike, esta es Clara -dice mi abuela.

-Ah. Encantado -contesta él. Parecía que no tenía ganas de que yo estuviera allí.

-No te preocupes. Él siempre es asi -me dice.

Entonces me lleva al piso de arriba y me enseña la habitación donde dormiré las siguientes semanas. Veo que hay un baño dentro de mi habitación.

-Te dejo a solas para que dejes todo -me dice. Y va hacia la puerta. Cuando está a punto de cerrar la puerta, le paro.

-Abuela, gracias por dejar que me quede aquí -le digo.

-No hay de qué -y cierra la puerta.

En ese instante recuerdo que le había dicho a Aleix que cuando llegara haríamos una videollamada. Cojo mi ordenador y espero a que aparezca Aleix.

-Hola Clara -dice al verme a través de la pantalla-. Te hecho mucho de menos.

-Yo también te hecho mucho de menos. Qué tal por ahí?

-Bastante bien, pero esto es más aburrido si tú no estás aquí.

-Y estar aquí sin ti también es aburrido -le digo.

-Oye Clara, he tenido una idea. Te parece bien si yo fuera allí y pasáramos el verano juntos? -me pregunta.

-A mi me parece bien pero, dónde te instalarías? Y qué les dirías a tus padres? Además, tienes que estudiar -le digo.

-Tienes razón. No puedes venir antes?

-No lo sé. Tendría que consultarlo.

-Clara, !a cena está lista! -dice mi abuela desde el comedor.

-Lo siento, tengo que colgar. Te prometo que antes de irme a dormir te llamo -le digo.

-De acuerdo. Te quiero.

-Yo más -me dice.

-Eso es imposible. Bueno adiós.

-Adiós.

Los dos colgamos a la vez. Bajo al comedor con entusiasmo. Veo que me están esperando con la comida en la mesa.

-Que te quede claro que en esta casa, si no ayudas a poner la mesa no comes -me dice mi abuelo.

-No le hagas caso -me dice mi abuela-. Le dice lo mismo a todos los que vienen. Bueno, qué tal el viaje?

-Se me ha hecho largo -le contesto.

-Bueno, esque es muy largo el camino -me contesta mi abuela.

Cuando acabamos de cenar, ayudo a recoger la mesa. Al acabar, me despido de mis abuelos, ya que estoy cansada después de todo el día. Al llegar a la habitación, hago una mini videollamada, pero poco después colgamos porque los dos estamos muy cansados. Espero que mañana pueda visitar todas las cosas que hay en el pueblo, aunque también puedo dejar alguna cosa para otros días.

El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora