Capitulo 12:
Después de ese día, había modificado algunas cosas en la casa como el horario de comer para que no tuvieran que cruzarse Jason o Harry con Zack y que ellos pudieran cenar conmigo, en la mesa. El día siguiente habíamos pautado algunas actividades juntos y quedamos en encontrarnos en los establos para ayudar a cepillar y montar los caballos de trote, los favoritos de mi mamá. Habíamos pasado una buena mañana, eran unos chicos muy divertidos, tenían miles de ideas en la mente y miles de chistes, yo me encargaba de cepillarlos y Harry y Jason montaban las sillas y las probaban.
Cuando habíamos terminado de hacer todo eso, Susan nos estaba esperando con una agua de avena súper fría, la tomamos en buche, entre risas estábamos compitiendo a ver quien la terminaba primero y por otro lado nos pasaban gotas en los labios desbordadas del vaso. Cuando terminamos de tomar, el primero en terminarlo había sido Jason, todos partimos en risa mientras Susan nos miraba soñadora, recogió los vasos y nos dejo solos de nuevo, estábamos llegando al establo para terminar de ordenar las cosas y buscar algo mejor que hacer, cuando Jason interrumpió el momento de infinito silencio mientras caminábamos.
-Yo gané –dijo Jason entusiasmado.
-¿Y que con eso? –dijo Harry cortante, pero a la vez sonriendo.
-Que gané, soy un hombre poderoso.
-Para algunas cosas –solté indiscretamente riendo, Harry me acompañó–, es broma Jason.
-Pero merezco un premio –hizo pucheros y deteniéndose, haciendo que Harry y yo nos volviéramos a mirarlo.
-¿Y que esperas? ¿Que te lo demos? –comentó Harry.
-Sería un lindo detalle. Ya tengo pensado uno.
-¿Que quieres? –le pregunté.
-Un beso de Harry.
-¿Qué? –preguntó Harry shockeado, mientras yo reía a todo pulmón y Jason me miraba sonriendo.
-Un beso tuyo, lo he soñado desde que te conocí.
-¿No será de _____? –dijo de un descuido, mi risa como por arte de magia desapareció y me coloqué seria. Harry nos miró a los dos, notó nuestras expresiones y fue él quien ahora reía.
-No –dijo serio Jason–, aunque no me vendría nada mal...
-¿No vendría mal? –arquee una ceja.
-Vamos, hablo de un beso en la mejilla. No mal interpretes –Harry seguía riendo.
-¿Cuál es el chiste? –mire a Harry, el se enserió.
-No lo sé. ¿Se lo darás?
-Sí –dije segura y me acerqué a Jason, el se quedó en su sitio, sin moverse, nisiquiera se si estaba respirando y le planté un beso en la mejilla, a pocos centímetros de la comisura de sus labios. Sí, un poco atrevida, lo sé, pero me nació hacerlo, además que sus ojos... me piden mucho que no le haya besado en los labios.
-¡Jason amigo! ¡Reacciona! –decía Harry bromeando, pero en realidad Jason estaba rojo como un tomate y puesto en su lugar, sin moverse.
-¿Jason? –le llamé. El se movilizó, nos miro y luego se hecho a reír.
-Era broma –dijo entre cortado–. ¿Seguimos?
-Claro –le respondí para olvidar el tema–. ¿Y que haremos ahora que terminamos esto? –pregunté mientras levantaba del suelo el cepillo con que peiné minutos antes el pelaje de los caballos.
-¿Quieren andar en caballo? Dar un paseo quizás...
-Hace mucho que no doy uno. Desde que mi mamá...
-Si quieres no lo hacemos –interrumpió Jason considerando.
-No, no, creo que puedo –esbozé una sonrisa–. ¿Ustedes quieren ir? –los dos se miraron y asintieron con la cabeza–. ¡Vayamos entonces!