Two

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Vagaba por las solitarias calles de la ciudad en busca de un lugar para quedarse. Ciel le había ofrecido antes que se quedara en la mansión de Sebastian, al pelinegro no le importaba, pero para no interrumpir o ser como un tercero no quiso hacerlo, rechazó la oferta. Y tambien porque creía que sería el primer lugar al que Claude iría a buscarlo.

Al ser época de invierno se le complicaban las cosas, hacía mucho frío y más con las gotas de lluvia que se avecinaban.

— Moriré de hipotermia si sigo así— dijo cubriéndose más con la bufanda que llevaba consigo.

Entró a un bar que estaba de paso, le urgía un trago para tranquilizar el estrés que desde hace días cargaba. Miró en su teléfono la cuenta de banco que Claude le obligó a hacerse, aún seguía abierta. Era raro, pensaba que hasta el pelinegro le iba a bloquear la tarjeta, pero extrañamente no lo hizo.

— Denme un trago— le pidió al barman en cuanto se sentó en el banquillo cerca de la barra.

El hombre inmediatamente le atendió, el ambiente era tranquilo y relajante. Una persona tomó asiento en el banquillo de al lado, que no pidió nada más que un simple vaso de agua. Le restó importancia.

Salió del bar, ¿a donde iba? Ni idea. No pasaba ningún taxi, ni ningún transporte hasta esas altas horas de la noche.

— Creo que debí aceptar aunque sea por hoy la oferta de Ciel— se dijo así mismo mientras suspiraba.

El sonido de un bote de lámina cayendo atrajo su atención, volteó hacia atrás tratando de ver si había alguien, pero no, como en una película de terror la calle estaba sola sin nadie transitándola más que él. No es que le diera miedo o algo, podía defenderse de cualquiera, lo extraño era qué había causado ese ruido. Continúo su camino.

Más calles adelante sintió esa sensación de que alguien lo seguía, desde que escuchó ese ruido lo venía sintiendo. Preparó el encendedor que llevaba consigo por si acaso. Entró a un callejón para despistar al que le seguía, ahí se ocultó detrás de unos botes de basura.

Así era, tal y como lo predijo, alguien lo venía siguiendo, por la oscuridad no pudo ver el rostro de la persona. No pensaba atacarlo, pero al notar que esa persona llevaba un arma en su pantalón decidió salir a enfrentarlo.

Lo tomó por detrás torciéndole el brazo para así evitar que tomara su arma. El desconocido se quejó y repitió un par de veces que lo dejara en paz.

— ¿Quién eres y porqué me sigues? Sé que desde el bar me vienes siguiendo el paso— le dijo en tono amenazante.

— Sólo me pagan por hacerlo, yo no sé nada en absoluto, es mi trabajo solamente— contestó el otro con dolor y suplicante.

No le convencía. — ¿Quién te contrató? Si no respondes a eso ten por seguro que te rompo el brazo ahora mismo.

— Es una mujer la que me contrató, me dijo que lo siguiera por un tiempo y vigilara sus actos, sólo eso, no la conozco en realidad y ni sé cómo se llama, todo me lo pide por correo y manda el dinero a mi cuenta bancaria.

Dicho eso lo soltó al fin, pudo ver su rostro de una vez. No era más que un civil cualquiera.

— Dile a tu jefa que has fracasado, que no encontraste nada.

Le amenazó de nuevo, el hombre por miedo sólo asintió y se fue de ahí. Alois se quedó pensando en quien podría estarlo siguiendo, si era una mujer no era un buen presagio, por momentos se le vino la advertencia del viejo a su cabeza.

"Dicen que una mujer anda detrás de tu jefe"

Meneó la cabeza, debía ser tal vez una de las tantas pretendientes locas del pelinegro, si era así le importaba un comino lo que sucediera, no sentía nada por el otro como para ponerse como gata a pelear por él.

Lidhemious - Another storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora