Narradora
Un primero de septiembre como cualquier otro, muchos niños ingresarían por primera vez a Hogwarts, sus vidas cambiarían como nunca se lo habrían imaginado, un nuevo mundo de aventuras y magia les aguardaba. La mayoría de alumnos estaban emocionados, corrían de un lado a otro y saludaban a sus padres, mientras estos les decían cosas como «Te vamos a extrañar, mándanos cartas los fin de semama.»
Pero había una excepción, Walburga Black no era tan cariñosa como el resto, y cualquiera podría darse cuenta con tan solo observarla dos segundos. Tuvo que ser detenida por unos alumnos de últimos años, ya que no paraba de insultar y maldecir de todas las formas posibles a su hijo, Sirius Black, el cual solo se dedicaba a saltar e intentar esquivar a toda costa los maleficios enviados por su madre.— ¡SIRIUS ORIÓN BLACK, VUELVE AQUÍ! — Gritó esta loca mujer antes de ser devuelta al andén muggle por los padres de los alumnos, entre ellos, Fleamont y Euphemia Potter, quienes acababan de llegar al andén junto a su hijo, James Charlus Potter.
— James, escríbenos cuando puedas, ve con el chico y pregúntale cómo se siente, creo que necesita alguien que lo haga. — Dijo Euphemia mientras abrazaba a su hijo.
— Claro mamá, te amo. — James besó la mejilla de su mamá rápidamente y salió corriendo atrás del chico, el cual iba bastante más adelantado que el. — ¡Oye! ¡Espera! — Gritó James, pero no había resultado, el chico seguía corriendo.
Sirius corrió hacia el expreso Hogwarts, seguido por James unos metros atrás. Este último tenía una apariencia muy divertida, pues su cabello color azabache siempre iba despeinado. Sus ojos eran color avellana y levemente más bajo que el chico al cual perseguía. Sirius, en cambio, tenía pelo castaño claro, con rizos y un corte hasta el hombro, acompañados de unos ojos grises que quedaban perfectos en su rostro.
Ambos chicos tienen un conjunto de rasgos y facciones bastante atractivas, y ellos los sabían bien, pues a pesar de tener 11 años, su ego estaba por arriba de las nubes.— ¿Qué esperas? ¡Corre! — Dijo Sirius riendo mientras corría buscando un compartimiento libre con una de sus maletas en su mano.
— ¡Eso hago! — James corría detrás de él, empujando a la gente que se cruzaba entre camino, escuchando algún que otro «Fíjate por donde vas, imbécil».
Llegaron al compartimiento libre y acomodaron sus cosas, se pusieron enfrentados y sonrieron, se notó una conexión de hermandad entre ellos desde el primer momento en el que se vieron, ambos se dieron cuenta que esta amistad duraría mucho, con tan solo unos segundos de observarse.
— Soy James Charlus Potter, el placer es tuyo. — Dijo James con una sonrisa burlona y extendió su mano para estrecharla con el chico al frente de él.
— Me llamo Sirius Orión Black, y obviamente, tienes suerte de conocerme. — Movió su pelo como una diva, para luego aceptar la mano del chico.
— Ya me caes bien, Sirius. — Sonrió y soltó la mano del Black. — ¿Qué le pasa a tu mamá? ¿Es así de loca siempre? — Levantó una ceja haciendo una cara de espanto, cosa que hizo reír a Sirius.
— Pues, conmigo sí, pero ella ama a mi hermano con todo su ser, para Walburga, Regulus es un regalo de Merlín, y yo... Yo solo fui un castigo. — Lo último lo susurró, no le gustaba contar esas cosas, pero James y sus padres lo habían salvado, así que tenía derecho a saberlo. — Pero no me importa, algún día creceré, me convertiré en auror y la llevaré a Azkaban, se lo merece. — Su cara cambió a una de alegría y venganza a la vez, James le devolvió la sonrisa y no pudo pronunciar ni una palabra, ya que fueron interrumpidos.
Un chico golpeó la pequeña ventana que se situaba en la puerta del compartimento, para luego abrirla. Asomó la cabeza y sonrió los chicos le devolvieron la sonrisa y saludaron.
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~•La Vida de un Merodeador•~
AvventuraSirius Black, un chico despreciado por su familia ya que tenía pensamientos muy distintos a ésta, pero en poco tiempo su vida dará un cambio drástico. James Potter, un pequeño valiente con una muy buena infancia en busca de aventuras y amigos para h...