TRIBUNAL EN LO CRIMINAL.
La bofetada fue tan fuerte que necesite trece años para sobreponerme . En efecto , no fue un sopapo corriente , y para darmelo se esmeraron al máximo.
Es el 26 de octubre de 1932 . A las ocho de la mañana me sacan de la celda que ocupó en conciergeria desde hace un año. Estoy recién afeitado , bien vestido, con un traje de buena confección que me da un porte elegante . Camisa blanca y moño mariposa azul azul pálido, como último toque a la vestimenta .
Tengo veinticinco años y aparento veinte . Un poco cohibido por mi aspecto de gentleman , los gendarmes me tratan cortésmente.
Hasta me han sacado las esposas . Los seis , cinco gendarmes y yo estamos sentados en dos bancos en una sala desnuda. Afuera está gris . Frente a nosotros, una puerta que seguramente debe comunicar con la sala de tribunal porque estamos en el Palacio de Justicia del Sena , en París .
Dentro de pocos instantes seré acusado de homicidio. Mi abogado, el doctor Raymond Hubert , ha vendido a saludarme : "no hay ninguna prueba seria contra usted . Confío en que seremos absueltos". Me río de ese ''seremos " . Pareciera queiro también, el doctor Hubert, compareciera ante el Tribunal como inculpado y que si hay condena él también deberá sufrirla.
Un ujier abre la puerta y nos invita a pasar . Por los dos batientes bien abiertos, encuadrado por 4 gendarmes y el ayudante al costado, hago mi entrada en una sala inmensa . Para calzarmela , la bofetada , todo está revestido de rojo sangre : la alfombra, las cortinas de las ventanas y hasta las ropas de los magistrados que en seguida me juzgarán.
-¡Señores , la Corte !
Por una puerta , a la derecha, aparecen seis hombres, uno detrás del otro. El presidente y cinco magistrados , con las tocas puestas.
Delante de la silla del medio se detiene el presidente . A la derecha e a la izquierda se ubican sus asesores . Un silencio impresionante reina en la sala donde todo el mundo ha quedado de pie , incluido yo . La Corte se sienta , y es imitada por el resto de los presentes .
El presidente , de pómulos mofletudos y rosados y aire austero , me mira a los ojos sin dejar de traducir ningún Sentimiento . Se llama Bevin . Más tarde dirigirá los debates con imparcialidad. Y con su actitud hará comprender a todo el mundo que precisamente por ser un magistrado de carrera , no está muy convencido de la sinceridad de los testigos y de los policías. No , el no tendrá ninguna responsabilidad en la bofetada, el no hará más que servirmela.
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PAPILLON - HENRI CHARRIĒRE
AvontuurSin duda este libro no hubiera existido si ,en julio de 1967 , en lo s diarios de Caracas, un año después del terremoto quería había destruido , un joven de sesenta años no hubiera oido hablar de Albertine Sarrazin . Ese pequeño diamante negro todo...