C i n c o.

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(Grace)

Detrás mío, venía Kendall Harrison junto el suspiro de las que lo veían pasar.

Sabía que no fue correcto escabullirme de su presencia. No pude soportar ni siquiera media hora sin tener que huir de su insoportable manera de ser.

Me detengo al llegar a una zona verde de la universidad; necesitaba aire limpio luego de perder la paciencia.

Cuento unos segundos, me volteo, tomo un poco de aire y espeto:
—¿Qué quieres de mi?, y deja de seguirme —sin notar qué estábamos cara a cara, había inhalado su intenso perfume masculino, cosa qué no me molestó en nada.

En su rostro se esboza una presumida sonrisa.

—¿Qué quiero de ti? —se detiene un momento, toma su barbilla y finge pensar —podríamos hablar—responde.

Kendall Harrison; mis ojos tenían la presencia de tal chico.
Lo imaginaba distinto, así cómo Amy lo había descrito varias veces, cómo un modelo de revista.
Bueno, no lo niego, lo era.

—¿Quieres hablar?—asiente vagamente. —Habla con Amy, ella sí necesita tú atención, yo no —una sonrisa fingida se escapa de mí rostro.

—¿Amy?—frunce el ceño.

—Claro, la chica que me acompañaba minutos atrás —explico.

—Oh, ella, bueno, la dejé por seguirte —levanta los hombros, despreocupado —, en verdad, deberías sentirte halagada —dice arrogante.

Ignoro lo que me ha dicho —¿Qué quieres? —cruzo mis brazos y mantengo una mirada fija a sus labios; claro, si midiera 1.80 podría llegar verlo a los ojos.

—Me pareces muy conocida —sus ojos color avellana me estudian sutilmente mientras recuesta su brazo en el tronco de un viejo árbol —me recuerdas a mi padre —ríe. —pareces ser una persona muy especial, me gustaría que me ayudes en algo —.
Ruedo los ojos, lo ignoro y me doy la vuelta.

Toma mi brazo bruscamente —espera —ruega.

Suspiro, me volteo y despejo mi brazo de sus manos rápidamente.

—No, no sé que quieres, pero no confío en alguien que tiene a las personas comiendo de la palma de su mano.

—¿Me estás tachando de ser un niño rico que tiene lo que desea cuando quiere? — espeta ofendido.

Pensé en una sola respuesta.
—Si.

—Pues no lo soy, y tú señorita, me estás juzgando sin conocerme, de seguro tu también eres una excelente persona —sus palabras fueron cómo pequeñas espinas clavadas en mi pecho.
Tenía razón, el estúpido chico tenía razón.

Auch...

Continúa —. Y sí no quieres darme una oportunidad, puedo irme, es más, me voy, no tengo por qué estar rogándote—su mirada me fulmina al momento en que me da la espalda y se marcha.

¿Qué había pasado?, le había dado vuelta a la moneda, ahora él era la víctima y yo una arpía.

—Espera —grité.
No iba demasiado lejos, pero fingió no haberme escuchado.
Rodé los ojos y me di la vuelta, de todas formas, no necesito su estúpida atención.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2018 ⏰

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