— ¡Ahhh! ¿¡Dónde está mi cosita!? — exclamó, al percatarse que aquel bulto entre sus piernas había desaparecido mágicamente.
Ken comenzó a hiperventilar completamente aterrado. Tropezándose con su propio pie, llegó hasta el enorme espejo que se encontraba en el baño y entonces de nuevo volvió a gritar, debido a que el reflejo de éste no era al que estaba acostumbrado.
Una chica, con cabello castaño largo hasta los hombros se encontraba en el reflejo. Se acercó aún más estirándose la piel descubriendo que era él, en el cuerpo de una chica. Asustado bajó su mirada y alzó la pequeña blusa de tirantes que traía puesta y miró un par de pechos.
— ¿Pero qué...? No, no, no, debo estar soñando, si eso debe ser — se dijo a sí mismo y comenzó a golpear su mejilla izquierda — Despierta, despierta, ¡Ya, despierta!
Su cuerpo era delgado y delicado, pero no había duda que era él, ya que su rostro era muy parecido, y sin duda alguna, el gesto de terror que poseía, no podía ser de nadie más que de Ken. Sus ojos tenían largas pestañas rizadas, sus pómulos estaban ligeramente más pronunciados, sus labios eran los mismos que había visto durante 25 años, grandes y abultados, aunque con un color rojizo un poco más marcado. La nariz era más perfilada y más pequeña que lo acostumbrado, y el perfil de su mandíbula era mucho más suave, finalmente tragó en seco observando que su manzana de Adán tampoco estaba.
Con miedo se arriesgó a salir del baño y otro golpe de terror se produjo en él. El lugar lucía bastante diferente a lo que estaba esperando ver, principalmente el clóset, el cual, parecía estar revuelto con ropa y zapatos de mujer, y la decoración de las paredes tenían un sutil color rosa pastel con flores como adorno. Además, había un buro que tenía maquillaje y un sinfín de cremas de belleza que él jamás había visto.
De espaldas a la cama, observando que ninguna de sus cosas estaba donde debería, dio un pequeño brinco al escuchar una suave voz llamándolo.
— Ya despertaste... ¡Que milagro! Siempre tengo que hacerlo yo.
Sintiendo el corazón a punto de salirse de su pecho, se giró lentamente para ver el rostro de la persona quien le hablaba. Se había olvidado completamente de Leo. Pero entonces, al posar su mirada en los ojos que esperaban una respuesta, palideció al ver a otra chica recostada en la cama. Pero lo que más lo impresionó era el enorme parecido con Taek Woon, su Leo. Los mismos labios que había besado durante largo tiempo los tenía ella, el labio inferior ligeramente más grande que el otro, y, aunque su rostro era más fino, sus ojos tenían esa forma tan peculiar y felina de hacerlo sentir que las piernas se le hacían como gelatina.
— Tú...
— Janie ¿Qué demonios te ocurre? — dijo la chica levantándose de la cama — ¿Te caíste de la cama o qué?
Y ahí estaba, la frase que Leo siempre le decía cada que se quedaba callado, interrumpiéndose a sí mismo. La vio pasar a su lado y dirigirse hasta el baño, su aspecto y vestimenta era bastante sencilla, pero a diferencia de lo que él traía puesto, la otra chica vestía una playera más larga y unos short holgados que dejaban apreciar sus largas y delgadas piernas. El cabello era corto y negro, pero lo suficientemente largo como para cubrirle los ojos, justo como a Leo le gustaba tener de largo el cabello.
— Esto está mal, ¡Leo y yo somos chicas! — murmuró Ken sentándose en la orilla de la cama, mirando hacia nada en específico.
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Pétalos [KEO] 01
Fanfiction¿Qué pasaría si un día te despiertas y tu cuerpo ya no es tu cuerpo? O al menos no en la forma y complexión a la que estás acostumbrado. Eso solo quiere decir que tienes dos opciones: Uno: Buscas la forma de tratar de comprender que fue lo que suce...