Diez

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Capítulo final


La brillante luz del sol que entraba por la ventana, ocasionó que Janie se removiera algo incómoda en la cama. Abrió un ojo primero y después el otro, sin darse cuenta que la pupila de sus ojos se hacía cada vez más chica debido a luz solar que inundaba la habitación.

— Al fin te despiertas — dijo de repente una suave voz, una voz que hacía tiempo no escuchaba — ¿Vas a contarme quien es Lía?

— ¡Leo! — gritó Ken, mirando a su novio recostado de lado con la cabeza sostenida por una de sus manos.

— ¿Y bien, quien es Lía? Porque no dejabas de pronunciar ese nombre — preguntó Leo de nuevo con un rastro de celos en la voz.

Ken sonrió para sus adentros, pero entonces, todo lo que hizo fue lanzarse hacia los fuertes y grandes brazos de Leo, quien no dudo en tomar sus labios y besarlo, olvidando incluso la molestia de minutos atrás. El que Ken hablara dormido a veces provocaba ciertos conflictos en su relación.

Mientras Leo preparaba el desayuno, Ken tomó una ducha rápida. Sonriendo mostrando sus dientes se dio un vistazo, confirmando que todo estaba de nuevo como debería de estar, aunque sintió algo de nostalgia también, ya se había acostumbrado a ver su cuerpo de mujer. Para cuando terminó de bañarse, recogió la ropa sucia colocándola en el cesto de lavado, descubriendo al mismo tiempo entre las prendas algunos pétalos, extrañado trato de recordar en donde los había visto sin tener éxito. Así que decidió no darle importancia y caminó hasta la cocina, donde el olor a café recién hecho inundó sus fosas nasales.

— Huele delicioso — comentó abrazando a Leo por la espalda.

— Ven, vamos a comer — dijo Leo girándose para acomodar la mesa.

Durante el desayuno, Ken no le quitó los ojos de encima a Leo, quien a pesar de darse cuenta de ello, siguió comiendo como si nada. El castaño observó a detalle el rostro de su novio, disfrutando de ver de nuevo su mandíbula bien marcado, y la forma en la que sus mejillas se llenaban con cada bocado que el mismo daba. E incluso recorrió con sus ojos la línea de los músculos que en los brazos se notaban.

— Ken ¿estás bien? — preguntó Leo con preocupación.

— ¿Ah? — logró decir Ken desviando la mirada de sus penetrantes ojos.

— Luces muy distraído hoy... además, no has dejado de mirarme.

— No es nada, no me hagas caso, es solo... que tuve un buen sueño, eso es todo — respondió Ken sintiendo un déja vu.

— Bien — dijo Leo con simpleza para seguir desayunando.

Más tarde ese día, mientras mantenían la vista en un programa de televisión, durante los mensajes publicitarios, ciertas imágenes de Ken en el club nocturno llegaron a su mente. Enseguida giró su rostro para ver a Leo, el cual lucía entretenido con lo que pasaba en el televisor.

— Leo.

— ¿Si?

— ¿Qué hicimos anoche? — preguntó con curiosidad.

Leo dejó de poner atención al frente y volteó su rostro para ver a Ken, quien comenzaba a verse y sentirse algo nervioso.

— ¿Qué ya olvidaste el espectáculo que montaste ayer, en la entrada de ese club nocturno?

— ¿Eso... fue anoche? — dijo para sí mismo en un susurro, pero por la cercanía de sus cuerpos, Leo pudo escucharlo perfectamente.

— Ken ¿Qué te pasa? Claro que fue anoche...

Pétalos [KEO] 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora