Vas a lograrlo...

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No sabía cuanto tiempo llevaba en aquella salita, sentía que ya era una eternidad, y nadie se había dignado a entrar, no había nadie que se despidiera de mí. Nadie salvo...

Las puertas de cristal polarizado se abrieron solas y levanté los ojos del piso de un salto. Evan me miró desde el otro lado, dió unos pasos para alejarse de las puertas y no fue hasta que éstas se cerraron que levantó los ojos hacia mi, su rostro se veía crispado por un caldo de emociones, pero había algo muy notorio, al menos para mi que lo conocía, podía notar urgencia en sus irises oscuros. Me levanté y caminé en su dirección. Podía sentir mi corazón retumbar contra mis oídos, cada vez mas fuerte con cada paso. Para cuando me paré delante de él sentía una estampida en el pecho y mi cabeza retumbaba como si hubiera una construcción dentro de ella, mis pulmones apenas si podían obtener aire y un nudo empezaba a formarse en mi garganta, apretado e implacable.

Clavé los ojos en los de Evan y me mantuve tieza, con cada músculo de mi cuerpo agarrotado y tenso. Podía sentir mis ojos escocer, él lo notó también y en el preciso segundo en que las lágrimas empezaban a acumularse para caer se adelantó un paso y fundió sus labios con los míos.

Pude sorprenderme o al menos extrañarme, pero mi mente solo pensaba una cosa: lo necesitaba, tanto que me asustaba. Llevé ambas manos hasta su nuca y me aferré a cualquier mechón de cabello rubio que tuviera a mi alcance, sus manos acunaron mi rostro y por esos momentos en que su aliento cálido se mezclaba con el mío pude sentir las sombras retroceder. Si toda mi vida pudiera ser así no me quejaría. Ahora no existían los juegos, nadie me obligaría a ir a la arena, no sería una marioneta del Capitolio, no existía en el mundo nada malo, solo los labios de Evan sobre los míos.

La falta de aire ya no era algo que pudiéramos ignorar, por lo que se separó de mi solo el espacio suficiente para apoyar su frente contra la mía. Levanté los ojos para mirar los suyos e intenté con todas mis fuerzas que la realidad no me cayera encima como un balde de agua helada, pero fracasé miserablemente.

- Vas a lograrlo - murmuró Evan con voz ronca mientras clavaba su mirada en la mía. Negué con la cabeza y pude sentir las lágrimas correr por mis mejillas antes de lanzarse hasta su muerte, tal y como yo estaba a punto de hacer. Sus brazos me rodearon y me sostuvo con fuerza contra su pecho, lo envolví con los brazos y me aferré a su camiseta mientras el aire se escapaba de mis pulmones con cada nuevo sollozo.

No sé cuanto tiempo permanecimos así, con el silencio roto únicamente por mi respiración irregular, pero cuando el agente de paz apareció diciendo que Evan debía irse no pude moverme, apenas bajé los brazos y no abrí los puños, tuvo que arrancar su camiseta de entre mis dedos.

Besó mi frente antes de desaparecer por las puertas.

My perfect tributeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora