Los últimos cuatro. Ella estaba tan cerca.
La gran final había atraído a todos los que nunca quisieron ver los juegos, y por una simple razón. Ella podía ganar. Siobhan estaba demasiado cerca. Había sorprendido a todos con su habilidad para armar, si bien no un baño de sangre, un espectáculo horrible, cosa que los del Capitolio adoraban. Ella no se lo imaginaba, pero por aquí afuera las apuestas estaban por los cielos. Desde que "esa chica regordeta del tres" había dejado inmovilizado al chico del cinco con solo 2 cortes se había vuelto muy popular.
"¡Solo le hizo dos cortes en las rodillas y el muchacho cayó como un costal de papatatas! Sencillamente impresionante." había dicho el presentador mientras su compañero explicaba que ella le había cortado el ligamento principal y demás mierda que me importaba muy poco. Lo que realmente me importaba era que desde entonces Siobhan tenía patrocinadores, le habían enviado armas, y además de su navaja ahora tenía dardos envenenados con los que ya se había cargado a dos tributos.
Lo estaba haciendo magníficamente. Estaba demasiado cerca.
- ¡Oh! - murmuró la mujer detrás de mí, al igual que toda la gente que observaba la enorme pantalla montada en la plaza principal del distrito, cuando ese sujeto gigante del uno golpeó con una masa a ese chico del siete, el compañero de Siobhan. Había sido su última movida, porque el idiota ignoraba que llevaba clavado un dardo en la nuca desde hacía ya como media hora. Solo era cuestión de tiempo.
Quería que la maldita cámara enfocara a Siobhan de una jodida vez, la última vez que la había visto corría todo lo rápido que se lo permitían sus piernas mientras la chica del cuatro la seguía de cerca blandiendo un cuchillo bastante grande, le había hecho muchas heridas profundas en la espalda y no sabía cuánto mas podría mantenerse en pie.
De un momento a otro un destello dorado apareció en una esquina de la toma, y la cámara hizo un acercamiento hacia allí para mostrar la cabellera dorada de la chica del cuatro. La toma cambió a una cámara más cercana cuando el del uno cayó de rodillas y las dos finalistas ocuparon toda la pantalla.
Siobhan estaba tumbada sobre su espalda, respirando pesadamente, la rubia del cuatro la miraba parada frente a sus pies, con el cuchillo colgando en la mano derecha, goteando la sangre de Siobhan. La rubia se dejó caer de rodillas y avanzó hacia adelante, hasta terminar sobre el vientre de Siobhan. Ambas se miraban con gesto frío, vacío, ninguna de ellas tenía ya una apariencia humana, ambas eran poco menos que máquinas, programadas para matar hasta que ya no quedara humanidad, tanto a su alrededor como dentro de ellas mismas.
La plaza completa estaba en silencio, roto solo por la respiración forzada de Siobhan que salía por los altavoces. La rubia tomó su arma entre ambas manos, la levantó por sobre su cabeza y contuve la respiración. No podía ser, no podía acabarse así, no soportaría ver a la razón de mi vida dentro de una caja de madera otra vez, tendrían que cremarme con ella.
En esos milisegundos en que la rubia se preparaba para rematarla, pensé en todo lo que habíamos pasado, en todas las noches que habíamos mirado el cielo oscuro intentano inútilmente ver una estrella a través de las luces artificiales del distrito, recordé cuanto tiempo había pasado jugando con mechones de su cabello oscuro entre mis dedos mientras ella dormía, recordé el ritmo rápido de mis pensamientos hace tan solo dos días mientras pensaba en todas las cosas que quería escribir en esa botella de agua; quería decirle que la necesitaba, que no soportaría seguir adelante solo, que no podría verla fría, que sin ella nada tenía sentido, especialmente seguir adelante, al final decidí resumirlo todo en un simple "vuelve", pero no era suficiente, ninguna palabra sería suficiente jamás, nunca podría decirlo, la única forma en que podía hacerlo, la única vez que sentí que de verdad ella podría llegar a comprender todo lo que yo pensaba fueron esos diez minutos en el edificio de justicia antes de que fuera al Capitolio, solo estrechándola entre mis brazos podía hacerle entender que no quería dejarla ir.
El tiempo se había detenido entre mis cavilaciones, cuando volví al mundo real la rubia seguía con los brazos levantados, apretando con fuerza el cuchillo justo sobre la frente de Siobhan, y esta seguía tumbada sobre su espalda, observándola, sin embargo había algo en su rostro, algo mas allá del aire autómata, estaba programada para matar a la rubia delante de ella, y a pesar de que estaba demacrada, pálida y débil, podía leer la determinación grabada en su rostro como si fuera de piedra.
De la nada la mano de Siobhan apareció en la toma apretando con fuerza el puñado de dardos que todavía le quedaban, eran 3 filamentos de metal muy juntos que se clavaron en el cuello de la rubia. La mano de Siobhan cayó y la rubia se echo hacia atrás, cayendo pesadamente sobre su trasero y arrancándose los dardos de un jalón poco efectivo. Los lanzó lejos de sí y luego cubrió con una mano temblorosa la línea carmesí que dejaron los dardos tras de si. La punzada la había tomado desprevenida, por lo que al alejarse de lo que se había clavado en su cuello dejó caer su arma a su lado.
La rubia miró a Siobhan, quien yacía en el suelo sin moverse, sin tan solo respirar, perdió la mirada en el suelo cubierto de sangre por unos segundos. El cañón no había sonado, así que Siobhan no estaba muerta, ¿En eso estaría pensando la rubia? ¿En si había oído el cañón o no?
Cuando volvió a fijar sus ojos en su oponente y a blandir de vuelta su arma, sus manos temblaban de manera muy notoria, se arrastró de vuelta hacia Siobhan mientras un hilo de sangre le caía por la nariz. Intentó erguirse sobre sus rodillas, pero cayó de lado, sacudida por fuertes convulsiones antes de detenerse, tan tieza como lo estaba Siobhan.
Por eternos segundos solo hubo silencio, hasta que un cañón retumbó haciendo que los cristales que había a metros a la redonda se sacudieran. Las plantas empezaron a sacudirse alrededor de las chicas en la pantalla y la cámara enfocó al aerodeslizador que extendía su inmensa garra de metal.
- Damas y caballeros de Panem... - el presentador habló con voz seria, aunque se notaba un deje de emoción creciendo de a poco - con agrado les presento a la vencedora de los vigésimo terceros Juegos del Hambre... - tomó aire y la toma fue hasta su rostro, en el cual se formó una enorme sonrisa. La pantalla se dividió en dos y mostró la garra de metal del aerodeslizador, el cual ya había tomado su carga y se elevaba de vuelta. La cámara flotante enfocó el interior de la garra y el rostro pálido de Siobhan podía verse sumido en la sombras - ¡La tributo del distrito tres, Siobhan Dyrdek!
Un suspiro colectivo se oyó detrás de mí y enseguida una multitud empezó a rugir hasta que sus celebraciones podían oírse desde todos los edificios del distrito.
No fui capaz de reaccionar sino hasta que Siobhan entró al aerodeslizador y los presentadores ocuparon la pantalla para empezar con su cantaleta.
Dejé mi rostro caer entre mis manos, y por primera vez, despues de mucho tiempo, sonreí.
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My perfect tribute
Fanfiction¿Qué necesita un tributo para ser perfecto? ¿Ser fuerte, inmisericorde, sanguinario...? ¿O necesita tan solo una razón poderosa que lo haga volver a su distrito? Sea como fuere, ante mis ojos, Siobhan era perfecta. *-*-*-* Historia escrita para el c...