Hogar

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Entré al tren y mantuve la sonrisa en mi rostro hasta que las puertas se cerraron, dejando a las cámaras tras ellas, caminé hasta la "sala" de estar del vagón principal, me quité los tacones que me habían puesto y me acomodé en el mullido sofá con forma de semicirculo que ocupaba la mayor parte de la estancia.

- ¿Que tal se siente volver a casa? - Colton Stan se sentó en uno de los extremos del sofá y extendió los brazos por el respaldo, para luego cruzar las piernas. Me ofreció media sonrisa y mire su cabello rojo brillante peinado en un bucle grande y alto por encima de su frente. Después de todo por lo que había pasado en el Capitolio, no podía decir que me agradaba su gente, pero si había aprendido algo: ellos no tenían la culpa de haber crecido ahí. Si bien era cierto que habían ratas y algunos malditos en ese Capitolio, también había gente como Colton, que simplemente había sido criada de esa manera, su trabajo era ir a reclutar tributos a un distrito cada año, y si era tan hueco y superficial, era porque eso es lo único que conoció toda su vida. Le devolví la media sonrisa.

- Es maravilloso - murmuré hundiéndome hasta el fondo en el sofá. Mi cabello se arremolinó alrededor de mi rostro y disfruté su aroma, el equipo de preparación me había dicho que olía a vainilla, y creía conocer lo que era una vainilla.

Estiré el torso buscando que el vestido negro con lo que parecía una galaxia con todo y brillo recorriéndolo que llevaba puesto me permitiera respirar, y me dediqué a mirar por la ventana. Colton se puso a ojear una revista y se lo agradecí, era mas sencillo ignorarlo así.

El viaje hasta el distrito tres duraba pocas horas, y mientras los paisajes se sucedían rápidamente uno tras otro a través de las ventanas del tren, sentía la emoción creciendo en mi pecho. Desde que desperté en el hospital me dije a mi misma que soportaría con una sonrisa toda la mierda que aun me quedaba. Dejé que el equipo de preparación me vistiera y maquillara mientras no dejaban de quejarse de que había perdido peso y mi busto ya no era del mismo tamaño, que las cámaras enfocaran hasta el mínimo movimiento que hacía durante las entrevistas, que los sádicos del Capitolio aplaudieran ante cada muerte que me hicieron ver durante la ceremonia de coronación y respondí a la mayoría de las preguntas que me hacían en las entrevistas de manera cortés. Todo Panem creía conocer mi historia ahora, sabían que no tenía un hogar, que no lo había tenido desde hacía un tiempo, que en todo mi distrito había tan solo una persona que esperaba mi regreso, pero ellos no sabían quien, no se imaginaban en realidad que tanto apreciaba a esa única persona, no se los había dicho y esperaba nunca tener que hacerlo, Panem ya sabía demasiado de mí, mucho más de lo que necesitaba.

Miré a mi alrededor, el tren por fuera tenía la apariencia de un tubo blanco, impecable, inmaculado, sin embargo por dentro estaba cubierto en madera y tapizado en terciopelo azul marino, con comida y alcohol por doquier, ademas de sirvientes que aparecían de tanto en tanto, cruzando pasillos como sombras y rellenando copas. No había ni punto de comparación con el distrito que yo conocía, y ni siquiera despues de todo este tiempo me acostumbraba a esto, me sentía fuera de lugar, quería simplemente llegar y no tener que volver a pisar el Capitolio por el resto de mi vida.

Las horas se escurrían mientras yo miraba por la ventana y Colton leía sus revistas en completo silencio, él ya había bebido unas copas de un líquido oscuro, y yo solo había aceptado algo de jugo de naranjas, mi estómago se estrujaba con la emoción de volver a casa y no aceptaba nada, tenía el presentimiento de que no lo haría por un tiempo.

Uno de los sirvientes se acercó y le extendió una tarjeta a Colton, éste la leyó y sonrió, para luego arreglarse el cabello con delicadeza.

- Ponte los zapatos, preciosa; ya estamos llegando - lo miré con ojos muy abiertos y me apresuré a calzarme esos zancos de vuelta, para pararme con cuidado del sofá y ponerme a caminar hasta las puertas corredizas que de un momento a otro se abrirían revelando el distrito tres.

- Parate derecha y...

- Sonríe - terminé su frase por él y se limitó a sonreír con ganas mientras se paraba a mi lado, un poco por detrás de mi.

A través de los cristales polarizados podía ver la estación acercarse cada vez mas despacio, el tren finalmente se detuvo con suavidad y las cientos de cámaras se alzaron y empezaron a cegarme con sus flashes apenas las puertas amenazaron con abrirse. Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz los paseé con desespero por la multitud que se agolpaba delante de mí, llena de sonrisas y colmando el aire con aplausos. Solo me importaba una de todas esas personas, y mis pies empezaron a moverse en su dirección incluso antes de que mi cerebro se diera cuenta de que era su cabello dorado el que estaba viendo.

Me lancé hacia él y envolví su cuello con mis brazos, enseguida me abrazó con fuerza por la cintura, haciéndome sentir que en cualquier momento podría partirme en dos. Sentí su nariz rozar mi cuello y a pesar de que me prometí que las cámaras no verían lo que pasaba realmente dentro de mi cabeza, una lágrima solitaria rodó por mi mejilla.

La gente del distrito seguía aplaudiendo y los flashes continuaban resplandeciendo a nuestro alrededor, pero lo único que yo sentía era que poco a poco, todos mis pedazos empezaban a juntarse.

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⏰ Última actualización: May 03, 2014 ⏰

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