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La ansiedad es una sensación de inquietud. Todos nos ponemos ansiosos cuando afrontamos una situación estresante, por ejemplo, un examen o una entrevista, o debido a alguna preocupación, tal como una enfermedad. También es normal que se sienta ansioso al afrontar una situación difícil o peligrosa. A menudo, una ansiedad leve puede resultar beneficiosa y positiva, especialmente si usted se desempeña mejor trabajando bajo presión.

Se considera un trastorno de ansiedad cuando es crónico, grave e interfiere con las actividades cotidianas. La ansiedad excesiva suele relacionarse con otros problemas de salud mental, tales como la depresión.

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Aún recuerdo el detonante de mi enfermedad. Al principio creí que me estaba volviendo loca.

¿Por qué me pasaba esto?

¿Por qué me preocupaba tanto?

¿Por qué había noches en las que el cansancio y las ganas de dormir me dominaban? Pero el sueño nunca llegaba.

¿Habré actuado bien?

¿Pude haberlo hecho mejor?

¿Debería?

¿Qué tal si...?

Yo tenía 12 años, estaba aprendiendo a patinar. Jimena me había pedido que la ayudara con unos pasos. Era nuestra primera coreografía.

Yo me aleje para tomar agua, y me senté sobre una banca del parque. Revise la hora, mi mamá vendría por mi pronto.

Me distraje un poco mirando al cielo, observando a los niños más pequeños jugar, los árboles, las plantas y flores, parecía ser el día perfecto.

Hasta aquel momento de angustia...

Escuche a Jim gritar mi nombre, me levante del asiento con rapidez. Tambaleándome en el proceso, y logrando que mis patines avanzaran solos y me hicieran caer de culo al suelo. Eso dolió.

La valenciana volvió a gritar me nombre, me puse de pie y patine hacia ella. Estaba emocionada, sonreía con mucha alegría.

Desvié mi atención, la pelirroja estaba acariciando a un cachorrito en la acera. Yo sonreí por inercia, y me acerque al canino, acariciando su suave pelaje.

—Hola bonito, ¿Dónde está tu mami? —le pregunte, a lo que él respondió ladrando.

Jim y yo sonreímos entre nosotras, y comenzamos a jugar con el perrito. Hasta que escuchamos un par de ramas crujir detrás de nosotras. Nos dimos vuelta, un enorme perro de color marrón oscuro nos miraba atentamente, mientras soltaba un gruñido.

Sentí los cabellos de mi nuca erizarse. Jim dejo al cachorro de lado y sujeto mi mano asustada. El animal se acercaba más a nosotras, y no sabíamos cómo reaccionar.

Yo le grite intentando asustarlo, pero no hacía caso.

—Yam, creo que esa es su mamá, y está molesta porque tocamos a su bebé.

La pelirroja a mi lado se elevó sobre sus patines y arrastró mi cuerpo con ella, yo parecía un saco o una maleta vieja del aeropuerto. No me podía mover.

El perro grande comenzó a ladrar y a perseguirnos, yo me solté de Jim y caí al suelo. El perro cada vez se acercaba a más a mí. Me va a comer, me quiere morder, aquí fue, adiós mundo cruel.

Cerré mis ojos con temor y espere a sentir las fauces del animal sobre mi piel. Sus garras rasguñaron mis piernas, estaba encima de mí, me tape la cara. Sus colmillos presionaron uno de mis brazos, comencé a llorar.

Escuche un alarido, el animal se quitó de encima.

Moví mis manos, un niño de cabello negro y rulos había golpeado al perro con un palo. Este salió huyendo.

— ¡Yam! ¿Estás bien? Gracias por ayudarla, no sabéis el susto que me ha dado, amiga por favor dime que no te paso nada.

No pude responder.

Estaba en shock.

Y así fue como se dio el inicio de esta prisión. O por lo menos lo que yo creo que activo ese instinto de supervivencia llamado ansiedad.

¿Y si no me hubiera acercado al perrito? ¿Y si no le hubiera hecho caso a Jim? ¿Por qué no me quede en casa ese día? ¿Y si el niño no hubiera estado ahí para ayudarme?

¿Y si...?

Muchas preguntas, muchas "posibilidades", un solo hecho.

A N S I E D A D ►TERMINADA◄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora