Una decisión dolorosa

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–¿Suicidarse...? –dijo Hinata mientras abrazaba a un desolado Naruto –Es horrible... lo siento muchísimo.

–Siento mucho cómo te traté ayer... lo siento, lo siento –dijo él mientras aumentaba la fuerza del abrazo de Hinata.

–N-Naruto-kun... n-no puedo resp-pirar –dijo ella con asombrosa dificultad. Su jefe parecía que iba a partirle las costillas de un abrazo. El aire llegaba con dificultad hacia sus pulmones.

Él no pudo hacer otra cosa que caer de rodillas, bajando sus manos por el cuerpo de Hinata, llegando hasta el tobillo. Desesperado y perdido.

Pero, sobre todo, cansado.

Hinata, con mucho esfuerzo, pudo llevar a su jefe a la cama. Se le veía muy demacrado... el agotamiento más que físico, parecía emocional. Le arropó y se dispuso a salir de allí.

–No... no quiero estar solo... no me dejéis solo... –escuchó cómo su jefe murmuraba entre sueños, una vez que había cerrado los ojos al llevarle a la cama, su sueño ligero hizo acto de presencia.

Ella se giró para verle. No paraba de moverse inquieto, de respirar frenéticamente y de apretar la colcha entre sus manos.

Caminó hacia él, y sentándose en el sillón cercano a la cama, le sujetó de la mano.

–Shhh... tranquilo, ya está. No estás solo –dijo ella de manera maternal. En ese momento veía a su jefe como un pequeño niño desamparado y solitario, que reclamaba por atención y cariño –Yo estoy aquí contigo –dijo mientras le acariciaba la cabeza.

Le dolía verle así. Su jefe siempre era amistoso y alegre, radiante como el sol y era muy dicharachero... pero jamás iba a pensar que se vería así.

Tampoco pensó en lo que su jefe iba a decir.

–H-Hinata... –dijo él entre sueños, dejando a su editora con la boca abierta.



Sasuke se encontraba en la cocina de su casa lavando los platos tras el desayuno. Sakura se había ido hace un buen rato ya que hoy tenía prácticas en la universidad y no volvería hasta tarde.

El ambiente estaba un poco deprimente debido a la noticia de que, quizás, no podrían llegar a ser padres. Aún recordaba cómo se había encontrado a su mujer en la cama, llorando de impotencia y de tristeza, y de cómo él había hecho su mejor para consolarle. Ella no paraba de pedirle perdón por todo, no paraba de decir lo mismo.

–Lo siento, Sasuke-kun. Lo siento, lo siento... lo siento –decía entre lágrimas.

–Sakura... no tienes que disculparte por nada. Saldremos de ésta, ya lo verás.

Pedirle dinero a su familia no era una opción. Quería arreglárselas él solo, no quería pedirle ayuda a su familia, simplemente, por el orgullo de los Uchiha que asomaba y ya bastante trabajo era tener que encargarse de la empresa. No quería deberle nada a nadie, y menos a su familia, que tanto había hecho por él y por su mejor amigo.

Y hablando de Naruto... tenía que agradecerle el haber acompañado a Sakura y el querer pagar los tratamientos para ellos; cada vez tenía más claro que quería a Naruto como a su propia familia, y que era la persona indicada para ser el padrino de su futuro hijo.

De todos modos, no sabía de él desde ayer antes de entrar en la reunión. Seguro que al muy vago le fue bien y se atiborró a ramen y lo celebró con sake. O... al muy idiota le fue mal y se fue a ahogar sus penas en ramen y sake.

Faceless WriterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora