Día de dudas

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Se sentía en una nube; flotaba por el cielo mientras que un olor a fresa le envolvía, haciendo que aquel fuese el mejor de los sueños. Además, su cabeza reposaba en algo que era, en demasía, blando y cómodo.

Estaba en el cielo.

Hasta que un enorme estruendo le hizo cortar con aquel mundo y volver a la realidad.

–¡Naruto! –la voz que dio ese grito, la conocía demasiado bien.

Dio un respingo, aún medio dormido, con la comisura de la boca llena de saliva, el pelo despeinado y los ojos pegajosos por las legañas.

–¿Sakura-chan? –preguntó con voz pastosa.

–¡Sabía que te ibas a quedar dormido! ¿Pero por estar con una chica? –Sakura estaba en cólera con Naruto, menos mal que había ido más pronto para llegar al médico a tiempo.

–¿Una chica? –Naruto, aún tumbado, tocó el lugar donde se apoyaba su cabeza. Decidió levantarse, viendo las piernas y los muslos de alguien, que era lo que había utilizado de almohada. Y ahí vio a Hinata Hyūga, durmiendo plácidamente, sin abrir los ojos aun habiendo semejante escándalo. Y pronto cayó en la cuenta del error en el que su mejor amiga había caído –¡S-Sakura-chan! ¡No es lo que piensas te lo juro-ttebayo! –En cuanto dijo ese tic verbal, se tapó la boca en seguida, colorándose al momento.

Ella no le dio importancia al gesto de su amigo, sólo quería matarle en esos momentos.

–¿Ah, no?

–¡No!

–¡No me mientas!

–¡No miento!

Sakura alcanzó a Naruto en dos zancadas, cogiéndole de la solapa de la camiseta de manga corta que había utilizado para dormir, mientras le zarandeaba con furia, diciendo miles de cosas en un corto tiempo, con una velocidad que denotaba su enfado.

–¡Esto es increíble! Para una cosa que te pido que es importante, tú coges y el día de antes te lías con una desconocida, y encima la dejas durmiendo en el sofá, eres de lo que no hay. Si llego a ser madre... ¡Ese comportamiento tuyo va a cambiar! ¡Nunca has sido un mujeriego y no vas a empezar ahora! ¡Ni hablar! ¡Ni se te ocurra! ¡Te voy a matar! –Naruto estaba demasiado mareado como para poder explicarle nada.

–¡S-Señor Namikaze! –gritó alguien, haciendo que Sakura se detuviera y mirara a la recién Bella Durmiente despierta, con miedo y sorpresa.


Sakura no paraba de reírse avergonzada, ¿cómo había podido ser tan tonta? Estaba claro que era Naruto, jamás haría algo como eso.

–Así que... ¿revisando los capítulos del libro? –dijo llevándose una mano detrás de la nuca.

–¿Por qué le crees a ella y a mí no? –preguntó Naruto ofendido.

–Perdóname, Naruto. Creo que ha sido el estrés –dijo mientras volvía a reírse avergonzada.

–Ya te vale, Sakura-chan. No entiendo cómo te cuesta creerte la historia que te he contado: Revisamos el libro, nos fuimos a cenar, a ella no le daba tiempo volver a casa y nos quedamos dormidos revisando el libro, de nuevo –dijo mientras se cruzaba de brazos y adoptaba una pose de padre que regañaba a su hija.

Sakura resopló, como si fuese una hija adolescente rebelde que recibe un sermón.

Esto hizo que a Hinata se le saliera una risita, que ambos amigos pudieron captar.

Faceless WriterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora