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Esta vez fue el sol, y no el despertador, quien me hizo abrir los ojos y salir de la cama. Automáticamente me puse la ropa que había dejado preparada, la verdad es que parecía un robot o algo parecido, no era muy consciente de lo que hacía en ese momento, esta vez llevaba una de mis camisas hawaianas, una de mis favoritas.
Fui a la cocina donde estaba mi abuela, ya preparada y en la mesa estaba mi desayuno, mientras me tomaba una tostada recordé el día de ayer, todo lo ocurrido pasó por mi cabeza en cuestión de segundos, pero me paré cuando llegó la parte en la que ambos estábamos en la cama, y mis latidos volvieron a acelerarse, además de que en ese instante llamaron al timbre y del susto cogieron más velocidad, posiblemente mi muerte estaba próxima.
Fue mi abuela quien abrió la puerta y evidentemente, quienes allí estaban ya preparados, eran Sarreth e Víctor, que saludaron muy jovialmente a mi abuela.

- Buenos días chicos, ¿listos para el viaje?

- ¡Claro! - respondieron ambos al unísono, y acto seguido me miraron, pero yo no cedí, estaba demasiado concentrado en acabar mi tostada.

Mi abuela fue a por las llaves y yo recogí la mesa y fui a saludar a mis amigos, Víctor, como es habitual, me dio la mano, Sarreth, sin embargo, me abrazó e intercambiamos una corta mirada.

Mis abuelos salieron con nosotros y juntos bajamos hasta el coche, subimos las maletas y comenzamos el viaje.

El principio del viaje fue bastante animado, pusimos música, cantamos, jugamos a algún juego de estos de viaje, tipo palabras encadenadas, y mis abuelos nos contaron alguna que otra historia. Más tarde, el viaje se volvió más tranquilo, estábamos algo agotados, quizás de cantar con más fuerza que unos ogros hambrientos, Víctor se puso los cascos, mis abuelos iban callados, y Sarreth... bueno, cayó rendido y se durmió sobre mi hombro. Cuando noté el peso de su cabeza le miré desconcertado, iba a decirle algo, pero era demasiado tarde, y de todas formas, al mirarlo, bueno, se veía tan bonito dormido que no quería molestarle y me agradaba tenerlo así de... cerca.

Sath y yo nos conocíamos de hace ya bastantes años, siempre hemos sido muy buenos amigos, él se ha preocupado mucho por mi, y supongo que yo por él también. Ha pasado por varios momentos difíciles y me atrevería a decir que fui casi su único apoyo, pues tampoco tenía michos amigos.

Volví a mirarle, cuanto más lo hacía más rápido y con más fuerza latía mi corazón. Dioses, empezaba a cuestionar mis propios sentimientos sobre Sarreth, pero, ¿por qué? Puede que todo sea producto de las malnacidas hormonas, o puede que sea porque el tiempo nos había hecho cada vez más cercanos y nunca me había fijado lo suficiente en él.

Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me di cuenta de que ya habíamos llegado y de que todos me estaban mirando.

- ZA WARUDO - me gritaron los 4 a la vez, dudé entre reír o salir corriendo.

- ZA WARUDO - al final me decidí por responderles de la misma manera.

Cogimos las maletas y las llevamos dentro de la casa, era bastante grande aunque acogedora. La planta de abajo la formaban sólo el salón y la cocina, por lo que ambos eran bastante amplios, y la planta de arriba tenía 3 dormitorios y un baño, con un balcón y un tendedero.

Una vez dentro les enseñé a los chicos las habitaciones y dejamos allí maletas. Íbamos a salir ya que quería enseñarles el pueblo, descansamos un poco y nos preparamos para irnos.

Las calles estaban tranquilas, aunque se podía oír de fondo el estruendo de las típicas fiestas de pueblo, llenas de música y los alaridos de la gente pasándolo bien. Aquí no había mucho que mostrar a parte de las fachadas, devoradas por el tiempo, de las casas más antiguas y las fachadas más "nuevas", propiedad de los que tenían la suerte de poder pagarse estas remodelaciones, aún así tenía un ambiente muy agradable y que daba una gran sensación de paz.

Llegamos a la parte en la que se centraba toda la fiesta, la plaza, y vimos algunos jóvenes bailando, siguiendo el ritmo de la típica música que se oye en las fiestas. Vimos algún que otro tigre bailar también, e incluso la típica gente con sillas por cabeza. Había un chiringuito cerca y nos acercamos a pedir algunas bebidas y nos sentamos en un banco a observar el panorama mientras hablábamos.

Realmente esa noche no hicimos mucho, cuando nos cansamos de ver a esa jauría de hormonas bailar nos fuimos a seguir visitando las calles más tranquilas del pueblo, luego, alrededor de las 2 de la mañana volvimos a casa. Queríamos dormir los tres en el mismo dormitorio, por lo que Víctor dormiría en una cama y Sath y yo en otra, nos pusimos cada uno los "pijamas", si una camisa con un chaleco y pantalones de chándal se les puede llamar pijama, y nos sentamos en el suelo de la habitación.

- Entonces, ¿qué os ha parecido el pueblo?

- Me gusta.

- ¡ES GENIAL! Las calles son muy bonitas y huele a ancianitos - Sath sonaba muy emocionado, y eso me ofreció un poco de alivio -. Por cierto ¿dónde puedo conseguir uno de esos sombreros-silla?

- Pues creo que se venden en alguna tienda cerca de la plaza, mañana podemos buscarla.

- BIEEEEEEN - se me abalanzó encima atrapándome en un abrazo. Me cogió por sorpresa y no sabía muy bien qué hacer así que miré a mi otro amigo algo confuso.

- Estás rojísimo - me susurró entre risas. Pero no tenía tiempo para molestarme, miré a Sath, que aún seguía abrazándome, entonces me di cuenta de lo feliz que parecía, y esa emoción me llegó y supongo que fue lo que me hizo sonreir. Finalmente le rodeé con los brazos abrazándole yo también.

- Oye, Sath, ¿estás bien? - le moví suavemente, pero no parecía haber respuesta - ¿Sath?

- Mmm.... dejame 37 minutos más...

- Vaya... parece que se ha dormido, ¿qué hacemos?

- Bueno, parece que está agusto, déjale dormir - gracias por tus grandes consejos -. Oh, me llaman, ahora vengo.

Bueno, pues otra vez en la misma situación, sin embargo, ya era tarde y pensé que la cama sería más cómoda que el suelo así que, cogí en brazos a Sarreth y lo acosté en la cama. Salí de la habitación y vi a Víctor hablando por teléfono en el balcón, por cómo hablaba supuse que estaba hablando con Cortinas. Fui al baño, me lavé la cara, hice pipí, y volví a la habitación, donde me acosté con el pequeño "bella durmiente" y estuve mirando publicaciones perturbadoras hasta que caí rendido.

Black Bow TieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora