Jonathan:
Clase de deporte. Sherwin no es bueno en los deportes.
Está usando el uniforme que debemos usar en esta clase, tratando de evadir los balones puesto que estamos jugando a los quemados. Mi novio corre hacia todos lados tratando de esquivar los balones, Ian gruñe a mi lado, tratando de golpearlo a él y ni siquiera sé la razón.
Escuché un grito de guerra y luego un quejido. Miré a Sherwin, estaba en el suelo y con una mano en su mejilla, Ian a mi lado estaba sonriendo con satisfacción.
- ¿¡Por qué le golpeaste así?! –dije, tomándolo de la playera.
- ¡Era un juego, Johnny! –me respondió. Lo solté, dejándolo caer al suelo antes de acercarme a mi pelirrojo novio.
Podía escuchar sus quejidos y cómo se removía en el suelo.
- ¿Estás bien, Sherwinnie? –le pregunté, quitando su mano de su mejilla. El hizo un puchero que me pareció realmente tierno antes de soltar un pequeño gritito cuándo toqué su mejilla.
Miré a la profesora y ella me dio permiso para acompañar a Sherwin hasta la enfermería. Una vez llegamos le obligué a que se pusiera hielo en su mejilla.
- Me duele. –lloriqueó, cerrando los ojos. – No sé quién fue.
- Fue Ian. –dije y pude notar cómo mi novio apretaba los dientes. – Ese idiota.
- ¿No era tu amigo? –preguntó el pelirrojo, ladeando la cabeza con lo que pude notar cómo confusión.
Sonreí, poniendo mi mano en su otra mejilla y acariciando las pecas que tenía ésta.
- Dejan de ser mis amigos si molestan a mi chico. –murmuré, divirtiéndome al ver las mejillas de Sherwin volverse rojas.
Junté nuestros labios y él de inmediato soltó la bolsita de hielo, pasando sus brazos por alrededor de mi cuello. Enredé mis brazos en su cintura pegándolo a mi cuerpo y sonriendo ante la sensación de tenerlo tan cerca de mí.
Sherwin intentó morderme el labio, fallando en el intento y provocando que me separara del beso con una sonrisa divertida.
- ¿Intentaste morderme, Sherwinnie? –le pregunté sólo para molestarle. Él bajó la cabeza y volvió a soltar esos quejidos que me parecían tiernos.
- Nunca he besado a nadie, ¿bien? –infló sus mejillas, subiendo su rostro de nuevo, tenía el ceño fruncido y parecía un niño a punto de hacer un berrinche.
- Eres lindo, Sherwin. –le dije, ahora podía compararlo con un tomate y no notarías la diferencia. Volví a juntar nuestros labios, ahora él mordisqueó ligeramente mi labio provocando que sonría