Yo soy Vicchan

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Cursiva: Diálogos en Ingles

****YOI****

Phichit Chulanont y Celestino Cialdini nunca habían visto una expresión tan llena de felicidad en un rostro como la que mantenía Yuuri en ese momento. Ese día había llegado con una camisa nueva y aparentemente costosa, con una bolsa de un almacén de los finos y con una enorme y feliz sonrisa en su rostro.

El nipón, con gran emoción, les había contado como se había presentado toda la situación y como había ocurrido absolutamente todo. También les informo el tiempo que estaría en aquella vivienda y las funciones que tendría que desempeñar dentro de ella.

El mayor y el chico tailandés lo felicitaron por su buena suerte, y el menor, aprovecho para tomarse una foto con su entrenador y el japones, para luego subirla a las redes, emocionado por la gran fortuna que había tenido su mejor amigo.

Pero una pregunta, saco de su ensoñación al japones.

-cuantos años tiene el pequeño- pregunto el tailandés.

-no lo se, Ivanna-san olvido decírmelo- dijo despreocupadamente, aunque aquello le genero un poco de inquietud... ¿seria que lo había olvidado o sencillamente no quería mencionarselo? La interrogante daba vueltas por la cabeza del japones, aunque, guiándose por lo que le había dicho la rusa, podría tratarse de un chico de unos doce o dieciséis años, así que se armaría de paciencia para poder lidiarlo.

[...]

Al día siguiente, un jugoso cheque por una suma algo elevada llego a las puertas de la residencia donde se encontraban hospedados los chicos del entrenador Cialdini, el cual estaba a nombre de Yuuri Katsuki.

Yuuri, al ver la cantidad del cheque se asombre bastante. Era un cheque bastante bueno, que le alcanzaba para costearse sus nuevos patines y le daba un poco para ahorrar. Agradecido con la generosa cuota que le había sido dada por sus servicios como niñero, se prometió dar lo mejor de si en el trabajo para que se jefe no tuviera ninguna queja. Solo esperaba que el pequeño niño colaborara.

En esa misma tarde, él en compañía de Phichit, recorrieron las concurridas calles de San Petersburgo en busca de los patines adecuados para Yuuri, después de todo, Rusia era la cuna de los mejores patinadores del mundo y al parecer, los mejores de ellos provenían de San Petersburgo, así que no seria difícil hallar los patines idóneos para el japones.

-YOI-

Después de una ardua búsqueda, encontró unos hermosos patines negros, los cuales se probó y al ver que le quedaron perfectos, inmediatamente los compró. Adicional a eso, compro unos protectores blancos con rojo, pues le recordaban a la bandera de su país.

Y los días que faltaban para el sábado, se los paso entrenando arduamente, acostumbrando los patines a su ritmo y practicando algunas coreografías de su mayor ídolo o practicando las propias. No podía desperdiciar ni un solo día se entrenamiento si quería llegar a rozar algún día la grandeza.

[...]

Los días habían transcurrido rápidamente, y ya había llegado el sábado. Phichit veía con pequeñas lágrimas en sus ojos como su amigo recogía sus pertenencias para marcharse a un lugar desconocido por un lapso de dos semanas, miles de ideas de cosas que posiblemente podían suceder, como de que no se tratase de un niño, sino de un grupo de secuestradores, hasta de que en vez de un niño, fuese a cuidar de un adulto supremamente famoso con complejo de niño pasaban por su cabeza, pero no es que eso fuera posible... O si.

Cuando ya estuvo empacada su mochila, tono su bolso de deporte, y procedió a empacar todas sus cosas.

-¿también planeas llevarte los patines y la bolsa de entrenamiento?- pregunto con un puchero.

Cuidando del Pequeño VicchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora