Cuidando del Pequeño Vicchan

Error de Comunicación

Normal: diálogos en inglés
Cursiva: diálogos en ruso

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Los dos, después de aquel penoso incidente, llegaron en un silencio acuerdo, a la decisión de olvidar lo ocurrido y hacer de cuenta que nada había sucedido.

Después de aquello, los dos bajaron al comedor y después de que el nipón sirviese el desayuno y el ruso preparara el comedor, los dos compartieron una agradable comida, en medio de preguntas y sonrisas del ruso, y sonrojos y tartamudeos del japones.

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Dos días habían transcurrido, en los cuales, el ruso y el japones trabajaron arduamente. Pero, lo único fuera de lugar aquí, era la frustración del ruso. Y porque Víctor Nikiforov se sentía frustrado... Fácil, porque el lindo japonés había pasado olímpicamente de él en los dos días que habían transcurrido.

Y, porque hacia un drama por esto, eso era aun mas simple. Primero, porque era él único ser humano con el que deseaba hablar en estos momentos, segundo, porque estaba solo y deprimido, y tercero y más importante... ESE JAPONES HABÍA PUESTO SU JODIDA VIDA DE CABEZA.

Esta bien, su vida no era un lujo antes de conocerlo, pero, inclusive desde el mismo día que lo vio por primera vez, ese sexy azabache había llegado a hacer estragos en su vida. A su lado, experimento todas las gamas de emociones que no había experimentado a lo largo de los años, y debía admitir, que antes de conocer al japones, no había conocido nada mejor en la vida.

Aquella distancia impuesta por el azabache, le había mostrado algo que Estaba seguro que sucedería; que le gustaba Yuuri.

Y el problema no era el tenerlo claro, sino, que la distancia lo estaba matando y que lo que mas ansiaba, era tener a ese lindo chico a su lado.

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—Yuuri~ donde estas— llamaba al chico, mientras lo buscaba alrededor de toda la casa. Sin obtener respuesta.

No quería admitirlo, pero se estaba preocupando. Que tal que Yuuri haya decidido irse a causa de su insistencia, o que se haya aburrido de el y lo haya abandonado. No quería pensar en esto, pero, el chico lo había intentado hacer una vez y sus anteriores parejas lo habían hecho con él. No quería ser negativo, pero, después de tantas veces pasando por lo mismo, era inevitable sentir inseguridad y desconfianza.

Revisó en la ultima parte que faltaba; el cuarto de ropas. Era poco probable que Yuuri estuviera allí, pero quería verificarlo, solo para comprobar que se encontraba solo

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Yuuri se encontraba en el cuarto de ropas, en ese momento, colgaba lo que había salido de la lavadora, mientras miles de pensamientos inundaban su cabeza.

Estaba absolutamente seguro de que le gustaba Víctor, eso lo tenía claro, el problema, era ese nuevo y desconocido sentimiento que empezaba a surgir por él. Además, de que la forma del ruso de actuar con  él, no ayudaba mucho.

Sus demonios internos habían empezado a surgir, aquella inseguridad y falta de autoestima que le habían acompañado gran parte de su vida, habían regresado para hacer pedazos todas sus ilusiones.

Víctor era el hombre perfecto, a pesar de su actitud infantil y berrinchuda, y ser en exceso dramático, era lo que cualquier persona podría desear. Y el que era, un niño, un simple japonés sin ninguna característica especial o atractivo, con problemas para controlar su peso, con un fanatismo hacia el hombre más maravilloso del mundo y con un amor imposible, pues a Víctor le gustaban las mujeres, además de que jamas se fijaría en él.

Sus ojos se cristalizaron y estaba a punto de derramar la primera lágrima, cuando unos fuertes brazos le envolvieron por la espalda y la sorpresa fue tal, que cualquier pensamiento negativo fue sustituido por la hermosa sensación de verse envuelto en aquellos brazos.