Narra John.
Las horas de castigo se pasaban súper lento, me pregunto el porqué no aproveché mi oportunidad de irme con Alex, lo sé, soy un idiota. Ya que estaba tan aburrido decidí tomar uno de mis tantos libros de John Green, "Bajo la misma estrella". Me había acordado de este ya que unas horas antes Alex me habló de cigarrilos, y me hizo acordar demasiado a la escena en la que Gus dice: "Es una metáfora, pones el asesino entre tus dientes y no le das el poder de hacerte daño".
En esas simples palabras solemos destacar lo que es la vida, maten siempre a tu peor enemigo cerca y así lo tendrás en la mira. Alex...aquella chica me tenía loco, loco de amor. Cada página del libro solía recordarme a ella, podría estar pensando horas y horas en ella, en su cuerpo y en sus inolvidables ojos, pero ya había terminado el castigo por lo cuál debería irme a casa. Eran las 8pm aproximadamente, mi madre debe estar preocupada por mi. Y si así lo fue. En cuando tomé mi teléfono celular vi que tenía al rededor de 20 llamadas perdidas de ella, y créanme, no hay nada peor que después tener que aguantar a mi madre preocupada por mi. Mientras iba en camino a mi casa Tate y Aaron se cruzaron en mi mente ya que hoy no los había visto, o quizá no les presté atención, ya que la misma se la había llevado aquella rubia que no pasaba el 1,60.
En cuando llegué a mi casa allí estaba mamá, esperándome con la cena lista al igual que siempre.
-¿Qué sucedió?, estuve preocupada por ti.- Todo en tono de preocupación e invadiendo mi espacio personal.
-Estuve en detención por contestarle mal a un profesor- dije haciendo comillas con los dedos.
-¿Detención? tu no eres así- negaba.
-Al parecer si- dije dejando mi libro en uno de los sillones de la sala.
-Te preparé tu plato preferido- dijo señalando las milanesas de pollo que tanto me gustaban.
-No tengo hambre Ma, si me disculpas, quiero ir a descansar.- Le dí un beso en la mejilla y subí por las escaleras antes de que pudiese decirme algo más.
tomé ropa de mi armario y la dejé sobre mi cama, mientras agarraba una toalla y me la llevaba conmigo al baño. La apoye encima de la tapa del inodoro. En cuando abrí el agua de la ducha comencé a desvestirme y así ver mi torso desnudo en el espejo, era bastante alto, por rozar el 1,80. Pero no era ni muy delgado ni excedido de peso, mis ojos marrones al igual que mi pelo que resaltaban el color blanco de mi piel. Me metí en la ducha dejando caer sobre mi el agua cálida. Luego de bañarme tomé la toalla y la puse al rededor de mi cintura. Caminé unos pasos hasta llegar a mi habitación, pero unos ruidos de golpes me interrumpieron. Me alarmé pensando que eran ladrones, pero si fuese sido una ladrona, no podía haber ladrona más linda que ella. Era Alex. Abrí la ventana de mi cuarto y noté que comenzó a trepar.
-¿Qué haces?- grité en plan susurro. Mientras ella seguía subiendo.
-Empujándote a tu "Gran quizá"- dijo cuando al fin llegó a mi cuarto.
-Pues si no lo notaste, no llevo ropa debajo de esta toalla- Hablé obvio.
-Em...si lo noté- dijo divisandome de arriba hacia abajo.
-A demás ¿Cómo sabías que era mi casa?- pregunté un poco asustado.
-Un verdadero mago nunca revela sus secretos- dijo sentándose en mi cama.
-¿Un verdadero mago?- Me reí.
-Bueno maga, es lo mismo- hizo caritas.-Por cierto, lindos boxer- dijo señalando el que estaba en mi cama. Juro que decir que estaba rojo, era poco.
-Deja eso ahí- se lo saqué.-Bueno para qué has venido hasta aquí- le pregunté.
-Vas a necesitar tus boxer John Prescott, porque nos vamos de fiesta.- sonrió picaramente.
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"Bonitos ojos verdes".
Teen Fictiony así es como perdidamente me enamoré, y así es como en sus ojos me encontré. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. PROHIBIDO COPIAR.