Capítulo 36: Salto.

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El lamento de Lucas fue desolador

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El lamento de Lucas fue desolador. Las lágrimas se escapaban de sus ojos sin previo aviso, sus manos temblorosas y el hormigueo constante le estaban dando el fuerte aviso de un ataque de ansiedad. Se cubrió su rostro con sus palmas, avergonzado de sus sollozos y los incontrolables pucheros que hacían sus labios. Negaba una y otra vez que él no había tenido nada que ver en la muerte de Kimmie Bonheur. No obstante, el hecho de saber para sí mismo que padecía de Esquizofrenia Paranoide le daba por pensar que quizás, en un brote psicótico, le pudo haber hecho algo. Desconfiaba de sí mismo, no podía incluso callar las voces de su cabeza, ¿por qué no iba a herir a alguien si se lo ordenaban?

Por mucho que tuviera dudas de lo que hizo, él pensaba que no poseía motivos para haber querido quitarle la vida a la joven. Apenas el muchacho solía relacionarse con sus compañeros, jamás se integraba en los grupos de alumnos. Siempre había esperado a que se le acercaran para poder socializar, ya que solía pensar que era un estorbo para los demás. Nadie querría lidiar con un enfermo mental, o eso opinaba de sí mismo.

Al ver la actitud recelosa de su amiga Victoria, hizo que su llanto aumentara sobremanera. No le gustaba ser juzgado de esa forma. Ya tenía bastante con las miradas de los demás para tener que aguantar el desprecio de la persona que consideraba su amiga. La joven quiso tener empatía y tratar de calmar su lamento, sobre todo por el ruido que estaba generando.

Ashworth continuó defendiendo su inocencia.

—Tranquilo —murmuró ella, abrazando su tembloroso cuerpo.

—No he sido... Yo no he hecho nada...—dijo  con la voz entrecortada.

—Él no lo ha hecho, Victoria —dijo Caym, que se había apoyado en el escritorio de la habitación.

No hizo falta que ella preguntara el por qué estaba tan seguro de aquello. Cuando un demonio afirmaba algo, pocas veces era un embuste. Más sabiendo la misión que estaba destinada a cumplir la muchacha. Pero, había algo oculto tras ello: Si Lucas no había arrancado la hoja, ¿quién lo hizo? ¿El director Newell? El hecho de haber tantas incógnitas la sacaba de quicio.

Detestaba su actitud vanidosa y calculadora. Si había sido Newell quien estaba planeando culpar a un enfermo mental para librarse él de su cometido, era un acto de lo más cruel y repugnante. No obstante, sin pruebas alguna no se podía juzgarlo por encontrar la hoja en uno de los cajones. Hubiera podido ser cualquiera de los de allí dentro, no todo tenía que rondar al director del internado.

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Melissa se había presentado allí, circunspecta de la situación. Su cara denotaba que se acababa de despertar, buscando a su compañera de cuarto que había desaparecido de madrugada. Al ver el posible ataque de ansiedad de su amigo, preguntó de inmediato qué ocurría. Lucas no solía llorar nunca, y ella lo conocía más que nadie. Desde siempre lo había observado en las sombras, manteniendo una cierta distancia hasta que por fin pudieron entablar una conversación. Ashworth tenía un carácter susceptible, solía estar a la defensiva con constancia, pero jamás había llorado por nada. Ni incluso del rechazo de su propia madre.

El infierno de Victoria Massey © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora