Capítulo 7

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Mis dedos se sentían rotos mientras intentaba, y fallaba una y otra vez, insertar la llave en la cerradura. Él no dijo nada. Tampoco tomó las llaves —lo que era bueno, porque eso me habría molestado totalmente. Puede que fuese mental, emocional y físicamente un desastre, pero no necesitaba que un hombre girase la llave por mí. Su mano se mantuvo calmada, gentil, y paciente contra mi espalda hasta que logré abrir la puerta forzadamente.

Cuando me adentré en el oscuro pasillo, su mano no me siguió. Le miré de nuevo, de pie en mi porche, su mano ahora metida casualmente en los bolsillos. Su sonrisa era torcida, entrañable, y magnífica paradora-de-corazones. Pero parecía que no tenía intenciones de entrar. Eso era todo. Había cambiado de opinión. ¿Por qué no lo haría? Yo era un completo desastre.

Tomé aire, recordándome a mi misma que era impresionante. No era insegura o tímida. Sólo era virgen. No gran cosa. Y si alguna vez quería dejar de serlo, tendría que tener sexo. Y ésta era la oportunidad.

—¿Esperas una invitación? —pregunté, mirándole de pie cuidadosamente fuera de mi puerta— ¿Esta es la parte en la que me dices que eres un vampiro?

Se rió entre dientes. —No, te prometo que la palidez es sólo porque soy canadiense.

—¿Entonces qué estás esperando? ¿Qué ha pasado con el chico que me hizo sentarme para averiguar su nombre y dejó muy claro que no quería que regresara con mi amiga?

Dio un paso, por lo que se situó en el marco de la puerta, y se recostó contra el poste.

—Ese chico está intentando ser un caballero, porque por mucho que quiera que regreses a su casa y por mucho que quiera besarte , estás herida, y temo que en realidad no me quieras aquí.

—Querrás decir que él teme.

—¿Hmm?

—Estabas hablando en tercera persona, y luego cambiaste a primera… —Y yo estaba divagando.

—Ah, si, lo hacía. —Seguía sonriendo. ¿Qué significaba eso?— Fue un placer conocerte, __(tn).

Esta era la salida fácil si no quería seguir adelante con esto. Si quería que mi virginidad siguiera intacta. Estaba girándose. Todo lo que tenía que hacer era dejarle ir. Así de fácil. Solo... dejarlo ir.

—¡Espera!

Sonrió con una pequeña, sospechosa sonrisa, y levantó esa ceja otra vez.

Respiré a través de mi miedo.

—Si él está intentando ser un caballero, ¿no debería quedarse y tratar de ayudar a la chica herida que no sabe nada sobre quemaduras de moto?

Sus ojos dejaron los míos para echarle un vistazo a mi pantorrilla, y cuando elevó la mirada de nuevo, en vez de ver mis ojos, se quedó mirando mi boca.

—La chica herida tiene razón. Sería lo más adecuado.

Luego se adentró en mi apartamento y cerró la puerta.

La luz de las farolas exteriores desapareció, y nos quedamos a oscuras en el pasillo porque mi lámpara de techo se había quemado hace semanas, y todavía no la había reemplazado.

Podía sentir el calor que irradiaba mientras se acercaba. Su mano una vez más se instaló en mi baja espalda, y susurró en la oscuridad, justo a un lado de mi oreja: —Muéstrame el camino, cariño.

El profesor. (ADAPTACIÃ"N, Justin Bieber & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora