La carretera

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Ah, por cierto, me llamo Simón, pero si quieres me puedes llamar 31, estoy bien con Simón, le respondí. Bueno, cambiando de tema... -¡La persona de la foto es mi madre! -Ah, entonces el del costado es tu padre. -¡No!, ¡El es uno de'ellos'! -¿Que?, en ese caso necesitamos ir rápido... Pero mi cuatrimoto se averió. No importa, iremos a pie.

Sinceramente, correr de vuelta no fue la mejor opción. Con mi nuevo compañero detrás, nos detuvimos más de una vez para descansar. Ya que Simón, cargaba un pesado rife. Pero por suerte, luego de  un rato, un camión nos recogió luego de unos cuantos kilómetros. 

A primera vista desconfiamos de el, pues venía en un camión pintado, con los neumáticos parchados. ¿A donde van niñitos? Nos preguntó con voz ruda. Eh... vamos a...  A Aplletown, ¿lo conoce? Lo complemento.

¿Aplletown?, ¿te refieres al pueblecillo que se encuentra al sur de aquí? Si, pero no lo pienses. Esta demasiado lejos. Por favor, no pudiéramos hacer un trato? Rebusque en mi bolsillo y saque quince dólares. ¿Estas bromeando? Hoy en día nadie usa ese papel pintado. Lo agarró y lo tiró al suelo. 

Deberíamos seguir con nuestro camino, me susurra Simón. Esta bien, creo que tendré que hacerlo. Vuelvo a rebuscar en mi bolsillo y saco un reloj antiguo de plata. Oye niño, ¿eso de ahí es plata? Pregunta sorprendido. Si, este reloj le permaneció a mi padre. Me lo entregó semanas antes de que muriera. Genial, si fundo esto podré conseguir cosas interesantes. 

Ejem, pueden subir. Gracias, respondemos. El camionero recoge mi reloj y entramos. Estábamos bastante apretados, aunque no me sorprendía, ya que supuesta mente solo pueden entras dos personas.

Todo iba bien, hasta que, el cielo empezó a oscurecer. Descansemos acá hasta que el sol salga. El para el camión y nos vota. Ustedes duerman afuera. Cielos, que grosero eres, susurro. Pero con todos lo acontecimientos me habían cansado. Apenas me eché en el frío pasto me quede profundamente dormido. 

Aunque eso no duró mucho... A mitad de la noche algo me había despertado, un resonante sonido que activo todos mis sentidos hizo que me levante inmediatamente. Era una bala. Saque mi confiable navaja y me acerque lentamente a la cabina del camionero... Y al llegar. Estaba muerto.

Sin confianza, sin piedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora