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"Cada acción de nuestras vidas toca alguna cuerda que vibrará en la eternidad"

–Edwin Hubbel Chapin.












Las calles de Seúl se convirtieron en el lugar preferido de NamJoon después de cada pelea con sus padres. Usualmente la tranquilidad de la noche bajaban los colores que había tomado su rostro después de tantas palabras y sentimientos ahogados que jamás dejaría salir. Con pasos tranquilos, NamJoon intentaba borrar las lágrimas que cayeron por su rostro en un momento dado, el dorso de su mano desapareciendolas.

A él no le importaba si sus padres le seguían insultando aún después de no estar en su casa, quería poder respirar y sentir el frío viento calar en sus huesos, la luna siguiéndolo y escuchando sus gimoteos.

El destino de su rumbo aún no lo había decidido, aunque su mente sólo pensaba en un lugar específico. NamJoon titubeó, las ganas de hablar con sus amigos era muy poca, añadiendo la imagen penosa que traía. Talvez podría dormir en algún banco, no hacía mucha diferencia con su verdadera cama hecha de madera astillada.

Lo decidió así y caminó hasta llegar a una parada de autobús, se sentó y comenzó a aspirar el aire aún más cargado de antes, el sentimiento gélido llenando sus pulmones.

Se relajó y comenzó a parpadear pesadamente, no conseguía el sueño abrumador que sentía hace unos minutos. Él se obligó, estar despierto a altas horas de la noche no le traerían buenos resultados mañana en la escuela. Se maldijo por recordarse que tenía escuela al día siguiente, puesto que había olvidado sacar su uniforme y ahora tendría que escapar de la mirada escudriñadora de los profesores.

Sus hombros se tensaron aún más, y rendido, decidió esperar a que su sueño regresara por sí solo.

NamJoon miró curioso por todos lados, intentando distraerse, y con una pizca de atención, su mirada posó sobre unas piernas tersas y delgadas. Asombrado, siguió su camino hasta encontrar el rostro femenino de una chica, piel blanca y una expresión de preocupación. La comprendía, las calles se volvían muy calladas y estar solo era un blanco fácil.

Casi tenía pena por ella, casi.

Tomó su teléfono y marcó al número que estaba registrado como "ParkJ". Los pitidos hicieron aparición pero no pasó mucho tiempo hasta que la singular voz de su amigo preguntó— ¿NamJoon? Estás despierto, pensé que estabas dormido y por eso no venías.

El mayor soltó una ronca risa falsa.— Estaba ocupado con el trabajo, como sea, te mandaré una dirección y quiero que tú y todo el grupo estén aquí en cinco minutos.

¿Cinco minutos? ¿Qué sucede?

NamJoon se paró sobre su asiento, y la única diferencia en él fue el pequeño bulto que comenzaba a crecer dentro de sus pantalones. Empezó a caminar con tranquilidad hacia la joven, sin que está se dé cuenta de su presencia.— Creo podríamos divertirnos un poco con una amiga.


















LIFE IS A FUCKING BAD JOKE ⇢ ;namjin;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora