Prólogo

239 13 3
                                    

Jaejoong estaba agotado, él solo quería llegar a casa. Sí, casa, sonaba tan bien. Solo deseaba llegar, y tirarse a la cama. Quería dormir todo lo que las horas que había perdido con su último trabajo.

¡Dios! Odiaba cuando los proveedores se demoraban en entregar los muebles. Eso sumado a la incompetencia del nuevo ingeniero de eléctricas que le habían enviado de la agencia. Él expresamente había pedido que le manden a Jong Shik, pero la inútil secretaría de la empresa, una vez más lo sorprendió.

Una llamada entrante atrajo su completa atención. Contestó.

–Sí, señor Han, hice el depósito hace una hora. –se contuvo de bostezar.

–Lo espero mañana por la tarde en la despacho de mi abogado–, sonrió. El muchacho le caía tan bien desde que hizo un trabajo magnífico. Gracias a Jaejoong, el anciano le había podido regalar a su hijo y a su pareja, una casa totalmente amoblada y con las últimas tendencias en diseño.

–Se lo agradecería mucho. Quiero tener todo listo –sonrió.

Jaejoong estaba pensando en visitar la gran casona apenas tuviera las llaves. El señor Han le había mostrado hacía un par de semanas la belleza de aquella casa. Y él había quedado fascinado. Con algunos arreglos y remodelaciones, bien podría vender la casa a un buen precio después. Lo único que lo intrigaba era que en el ático había muchas cosas que eran de un antiguo dueño. El señor Han le dijo que nunca antes se había preocupado por revisar aquellas pertenencias. Así que en su mayoría todo estaba tal cual él lo había adquirido de su antiguo propietario.

El señor Han se despidió.

Jaejoong le agradeció una vez más por hacer las cosas de manera rápida. Una vez que la llamada hubo terminado, Jaejoong guardó su celular en el bolsillo de su casaca. Asió contra sí su maletín, y se acomodó en el asiento del tren. De no ser por una familia y dos mujeres que estaban en el vagón se podría haber dicho que estaba completamente solo. De todas maneras, él se sentía solo. Comenzó a ver el asiento frente a él, miró a través de la ventana, afuera se podía percibir lo fuerte de la lluvia. No tenía paraguas. Pensó en el frío y lo húmedo que se sentiría al salir del tren. Genial. Este día estaba por coronarse con ser el peor de sus días. Suspiró, él solo quería llegar a casa. Echó su cabeza para atrás mientras se acomodaba en el respaldo de su asiento. Cerró los ojos y esperó el aviso de su estación.

Minutos después, una voz femenina se escuchó por los altavoces avisando la próxima parada. Jaejoong abrió los ojos, se dispuso a poner la correa de su maletín alrededor de su cuerpo. Cuando el tren se hubo estacionado, él ya estaba frente a la puerta. Las puertas se abrieron y él salió. Caminó por la plataforma y se dirigió a la salida. A veces salía a caminar, le gustaba hacerlo pero hoy no era precisamente un día adecuado para hacerlo. Había olvidado su paraguas. Se detuvo frente a la entrada. Subió el cierre de su casaca. Suspiró nuevamente. Al hacerlo pudo observar el vaho que se formaba frente a él. Realmente era un día bastante frío. Metió sus manos en sus bolsillas para conseguir calentarlas. Se estaba dando valor para cruzar las calles corriendo mientras la lluvia lo mojaría. Bien podría usar su maletín para que en algo lo cubra de la incesante lluvia. Pero entonces y sin dejar de ver fuera, sintió que un golpe suave contra su antebrazo. Pensó que tal vez era un malentendido, no hizo mucho caso. Fue cuando sintió la voz grave de un hombre detrás de él.

–Puedes tomar este paraguas –la voz era extrañamente amable y cálida.

Eso aturdió a Jaejoong por un momento, se giró y estuvo observando la mano que le ofrecía aquel tan necesario objeto. Lo tomó y antes de poder ver el rostro del hombre,este se giró mientras abría otro paraguas. Eso no le permitió verlo. Antes deque pudiese darle las gracias, el hombre de anchos hombros y de saco elegante caminó alejándose. Jaejoong solo lo observó mientras la persona se acercaba aun auto, la oscuridad de la noche no lo dejo ver algún indicio del aspecto de aquel hombre. Decidió abrir el paraguas, y caminó para alejarse de la estación.Le tomó tres cuadras llegar a su departamento. Una vez ahí se quitó la ropa, y se dispuso a ir a tomar un baño. Así intentaría relajarse un poco. Mañana de seguro sería un día bastante agotador. 

"A través del Espejo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora