EL MARIQUITA Y LA CAÑA DE CERVEZA
En una de esas tardes de terral,
en las que el aire quema y arde el suelo,
caminaba un calé con desconsuelo
maldiciendo el estar sin un real.
Víctima de una sed casi infernal,
confía, espera y sueña con anhelo
encontrar en la calle algún canelo
que le invite a una caña. Eso es normal.
Mas viendo que el pagano no aparece,
una idea le viene a la. cabeza
y acude a un barecillo a toda prisa:
"Chaval, dame una caña de cerveza."
El camarero duda y se estremece:
"¿Me pagará con guita o con la Visa?"
El mozo, que en servírsela. no tarda,
se va para atender a un parroquiano.
El calé hace un giro con la mano
y caza una gran mosca que se guarda.
Luego bebe la birra fresca y parda
y con la habilidad de un cirujano,
rellena el vidrio con un pis gitano
y añade al contenido la moscarda.
Finalmente, le grita al camarero:
"¡Qué vergüenza, chaval! ¡Vaya guarrada!
¡Una mosca en mitad del pebetero!"
El otro va a cambiarle la cañita:
"¡Métetela en el culo, papafrita!"
Y el gitano se va como si nada.
La historia solo acaba de empezar.
El camarero el díptero retira,
pero el caldo espumante no lo tira
pensando en quien después pueda llegar.
Al ratito, aparece por el bar
un marica, que al guapo mozo mira
ahogado de calor. Luego respira:
"¡Camarero! Una caña pa empesar:"
El mozo va y le da la del gitano.
El otro busca el gusto; pero en vano.
Y dice el camarero: "Escucha, guapa,
¿quieres con la cerveza alguna tapa?"
Y el moña le contesta descompuesto:
"¡Una poca de caca le va a esto!"