Kim me recibió en su cuarto notablemente molesta. No la culpaba, de seguro yo le habría arrojado una chancla de haberme despertado a estas horas de la mañana.
-¿Qué quieres ahora? ¿Un novio? Lástima, no te lo puedo dar.- Y me cerró la puerta en la cara, rodeé los ojos. Y volví a tocar la puerta.
Y perdiendo la dignidad que me quedaba, hablé.
-Kim, necesito tu ayuda...- Imploré con la mirada.
-Dime que es una broma, ¿donde están las cámaras?- No respondí, estaba tan perdida como ella.- Kim...- Vamos Amy tu puedes.
-Necesito que me prestes ropa porque mamá cortó el internet y no me queda otra opción que ir a un ciber, pero no tengo ropa de mi talla ya que nunca salgo y necesito ropa, espera , ¿Eso ya lo dije cierto? el punto es que se cor...- Solté desesperada, pero no pude continuar porque ella me tapó la boca. Su rostro revelaba cierta diversión que hizo que yo frunciera el ceño. Esto no era NADA gracioso.
-¡Cállate de una puta vez! Ya entendí.-Tragué una bocanada de aire, había hablado tan rápido que mi cerebro solo decía "internet, ropa, Kim" y nada de "Aire,aire, respirar".
-Entra, te prestaré algo de mi ropa.- El fuerte rosa de su habitación me encegueció al instante, estaba tan preocupada en entrecerrar los ojos que no me día cuenta de que había un hombre ahí hasta que escuché su voz, que me hizo sobresaltar.
-¡Un hombre! ¡UN HOMBRE, JODER! ¡POR LA SANTA VIRGEN MARÍA! ¡Dios me salve! ¡Un hombre!- Kim saltó sobre mí, tirándome al suelo y me sujetó con firmeza de los hombros. Yo seguí hablando.- Kimmy, ¿estás bien? ¿Quieres que llame a la policía, bomberos, las monjas, el papa?- Me estaba hiperventilando cuando ella me hizo callar.
-¡Mierda, Amy, te escuchará todo el vecindario! -Presionaba mi boca con su mano. ¡Era peor de lo que pensaba! Ese engendro del mal tenía amenazada a mi pobre hermanita. De seguro le hizo algo terrible como... como... ¡besarla! Dios, tenía que hacer algo ya.
Me levanté como pude, empujando a Kim de mi camino y me dirigí hasta donde estaba el chico, apoyado en el marco de la ventana abierta. Sin dudarlo, lo empujé.
Lástima que era una casa de un sólo piso. El chico semidesnudo salió corriendo, saqué mi cabeza por la ventana y permanecí ahí para asegurarme de que no vuelva.- ¡Eso! ¡Vete de aquí cobarde! ¡Y no vuelvas!.- En eso sentí un golpe en mi cabeza, y caí como saco de papas al suelo.
-Amy... ¡Levantate! joder que sueño tan pesado tienes.- Escuchaba a lo lejos una voz, ¿Estaré muerta?
-No estás muerta, tonta. - Parece que había hablado en voz alta.-Amy... ¡El internet ha vuelto!.-
Me levanté de golpe ¿Había vuelto? ¡Había vuelto! ¿Cómo que había vuelto? ¿Eso era posible? No, creo que estoy muerta. Miré a todos lados buscando una señal de vida y no me di cuenta hasta unos segundos después que mi hermana estaba al lado mío con cara de pocos amigos.
-Ay, Amy, al fin despiertas. Tenemos que hablar, urgente.
-Vaya que tenemos que hablar, ¡Puedes contármelo todo, hermanita! ¿Te amenazó? ¿Hechizó? ¿Robó tu cuenta de LOL? Aguarda, tu no tienes... Entonces no entiendo...
-No, Amy, no. Estábamos teniendo sexo, nadie obligó a nadie.
-Se... sexo.- Casi me atoro al escucharlo. -P-pero las monjas dicen... tú... virgen... santísima... ¡Eso sólo pasa en los fan fictions!
-Tienes tanto que aprender, Amy. Y no puedes llegar así a una escuela mixta después que termine el verano. Y no aceptaré que mi hermana me humille en mi último año ¿entendiste?
Abrí los ojos lo más que pude, Escuela mixta, era lo único que podía pensar en este momento, ¿Qué acaso esas escuelas no eran ilegales? Este día iba de mal en peor.
-Amy, la única opción que me queda es... enseñarte sobre la vida sexual de una adolescente, mi querida, la vida es como una película porno.- ¿¡Como una qué!? Creo que me dará una ataque al corazón en este mismo instante ¡Virgen María perdona a mi hermana por semejante blasfemia!
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Knock me, Maturity.
RomanceAmy Bennett era una típica friki, pasando sus días frente a la consola. Pero ahora todo va a cambiar, y tendrá que enfrentarse a los típicos problemas de adolescentes, algo tan simple como lo que es vestirse. O peor aún, el amor. Autoras: Valenti...