Jueves: Ginny x Sirius (1ra parte)

233 11 1
                                    

Sus ojos grises brillaban cual estrellas en el cielo con tan sólo pensar en ella. Estaba recostado cerca de la ventana de su habitación, en el número 12 de Grimmauld Place. 

Hacía una semana que había recibido un mensaje del profesor Dumbledore  diciendo que los Weasley iban a quedarse para tener un contacto más directo con la Orden del Fénix, y por ende, ese mohosa y vieja casa iba a ser el cuartel general.

Hacía una semana que estaba volviéndose loco ante los dolorosos recuerdos que le traían esa casa, los gritos de su madre y el pesar de haber perdido a sus dos mejores amigos, sus hermanos, por un cobarde traidor.

La única cosa que lo salvaba de hacer algo impulsivo era ella. Desde que había conocido a la  más jóven de los Weasley le pareció encantadora. Tuvo un contacto más directo con ella cuando estaban preparando la cena hace unas noches y la señora Weasley tuvo que salir.

Luego de eso hablaba con ella cada noche frente a la chimenea sin falta, hasta que los rayos del sol les indicaban la duración de sus momentos juntos.

Lo que más le encantaba era sus palabras, que con unas cuantas era suficiente para saciar la sed de felicidad que le  habían causado esos 12 años en Azcabán, sus manos, que recorrían su espalda cuando estaba tenso, dando círculos para relajarlo. Ese aroma a flores que lo enloquecía y lo llenaba de mil y un sensaciones, y todas llevaban a un sólo lugar. El deseo de besarla, saborear sus labios.

Pero no podía hacer eso, su ahijado estaba destinado a ser su esposo, lo sabía, era parte de la maldición Potter, además de que esa chica le recordaba en parte a Lily cuando era estudiante, su valentía y determinación eran... impresionantes. Además de que la señora Weasley le lanzaría un Avada Kedavra. 

Se puso de pie cuál zombie y caminó dentro de su habitación, pensando en que era lo correcto. Se quedó dormido más o menos a las 3 de la madrugada, a la mañana siguiente portó todo el día una cara de idiota enamorado, quién lo diría, Sirius Orión Black, enamorado. Se sentía extraño, pensó que después de perder a Marlene no volvería a encontrar a una chica que fuera capaz de robar su corazón. 

En el desayuno no puedo evitar mirarla, y cuando sus miradas se cruzaron la acara de ella adquirió el color de su cabello y bajó la mirada. Esa noche hubo una reunión de la Orden y al finalizar Sirius llevó a Remus a su cuarto.

--- Siempre me ha gustado esta foto --- dijo Remus señalando a una fotografía que estaba pegada a una de las paredes.

--- Si, también la mía. Escucha Lunático, tengo algo muy importante que decirte. Estos últimos días, he sentido cosas que... no me siento cómodo de sentir, me siento sucio y... es algo que no podré ocultar por mucho tiempo. Creo.. que estoy enamorado.

--- ¿Tú? ¿Enamorado?. --- Lunático soltó una ronca carcajada mientras miraba a su amigo, pero incluso en las arrugas debajo de sus ojos veía seriedad --- Oh, vamos, no estarás hablando en serio.

--- Jamás había hablado más en serio en toda mi vida, ni siquiera cuando huí de esta maldita casa. Hace unos días, me dí cuenta que la amo, amo estar con ella cada día, cada segundo. 

--- ¿Entonces que te detiene?, en la escuela sólo actuabas y todo salía bien.

--- El problema es que Molly me mataría si... --- lo dijo sin pensar, sólo quería desahogarse, pero fue muy precipitado.

Remus lo miró con ojos desorbitados mientras su boca se abría levemente. 

Sirius le contó todo lo que había pasado en la última semana, mientras Remus escuchaba atento y se pasaba los dedos por la gris cabellera.

--- Estás en algo fuerte amigo. Es que... ella bien podría ser tu hija y... ella está enamorada de Harry.

--- Losé, por eso no me siento bien con esto. Es demasiada presión Lunático. 

--- Pues... haz lo que tú quieras, no puedes obligarte a hacer algo que no desees o con lo que no te sientas cómodo. Sé que es difícil tu situación pero... también debes escuchar a tu corazón.

Pasaron unos días y Sirius aún no sabía que hacer, temía lo que pudiera pasar. De nuevo se sentó frente a la ventana mirando las estrellas y lanzando maldiciones cuando  recordaba la situación en la que estaba.

Escuchó unos ruidos afuera de su habitación, más específicamente en la cocina. Atribuyó esto a Kreacher estaba haciendo algo, pero... si ese elfo no había hecho nada cuando la casa estaba sola, menos cuando estaba llena de "sangres sucia y traidores a la sangre, profanando la casa de mi ama".

Bajó las escaleras lo más silenciosamente posible, y cuando se asomó por la puerta pudo distinguir una cabellera pelirroja y un delicioso aroma a flores.

Su corazón de aceleró cuál adolescente y se acercó a ella, tratando de no ser descubierto. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, le susurró al oído:

--- Hola.

Por la sorpresa, Ginny dejó caer un vaso que hizo un ruido estrepitoso, pero milagrosamente no despertó el cuadro de la Señora Black.

--- Lo siento, no quería asustarte.

Recogieron los vidrios y por un momento sus manos se rozaron, provocando un sinfín de emociones en ambos.

Se miraron a los ojos, los de ella tan brillantes y grandes, cautivados por la belleza del hombre al que amaba.

él se acercó lentamente, mirando sus labios en todo momento. Los rozó suavemente, temiendo el rechazo de ella, pero recibiendo a cambio el sabor de frutos rojos que hace tanto tiempo deseaba probar.

Era el momento perfecto, él, ella, juntos. Nada podía salir mal.

ONE-SHOT *Harry Potter* II ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora