I. Planetary (GO)

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Primero que nada, gracias por los votos. Espero que la historia les agrade tanto como a mí me está gustando escribirla :D

Las actualizaciones serán lentas pero, en compensación, trataré de que los capítulos sean largos. Cada capítulo estará titulado con el nombre de una canción ya que esta historia fue inspirada por dos hermosas bandas: Hoobastank y My Chemical Romance.  La canción de hoy es de esta última. Son libres de escucharla o no xD

Sin más molestos anuncios... ¡Disfruten! :3



El gran reinado de Seido cayó estrepitosa y patéticamente ante la arrolladora fuerza de Inashiro

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El gran reinado de Seido cayó estrepitosa y patéticamente ante la arrolladora fuerza de Inashiro. La toma del trono fue rápida. Un día las tropas del reino vecino entraron a la capital, portando una bandera blanca y adornando sus apuestos rostros con una hipócrita sonrisa. Ingresaron para no salir, para asentarse ahí.



Hace sesenta años Seido era un pequeño reino que apuntaba a convertirse en potencia. Su vecino, el poderoso y temido Inashiro posó sus codiciosos ojos en él. La avaricia de la estirpe Narumiya llevo al abismo al pequeño poblado mediante sus elocuentes y halagadoras palabras. Esas falacias prometían una beneficiosa unión política. Inashiro ganaría el poder marítimo y Seido la protección de un gran aliado. Dicho de esa manera, a ambas partes les convenía. El matrimonio entre los descendientes de ambos patriarcas fue la manera las diplomática de lograrlo.



El bello joven rubio, una copia exacta del actual gobernante, contrajo nupcias con las joya del lugar. La boda fue recibida con gozo por parte de algunos y con reserva por parte de otros. Este último grupo no confiaba en la cara de ángel del que evidentemente se convertiría (tarde o temprano) en el nuevo rey. Si alguien lo hubiera observado con una analítica atención habrían percibido que más que una bondadosa criatura, él era la hermosa personificación de la destrucción. Y, al final, fue exactamente en lo que se convirtió.



La noche de bodas, cuando ambos cónyuges se encontraban en la alcoba, a punto de consumar el contrato matrimonial; el joven Narumiya asesinó a su nueva y flamante esposa. Los gritos desesperados de la joven mujer sólo elevaron el placer del egocéntrico rubio pues, al ser capaz de disponer de la vida con esa facilidad, obtuvo la sensación de ser Dios. Y esa enfermiza impresión se adhirió a su piel y se filtró (cual humedad) hasta permearse en sus huesos. Se hizo parte de su ser y fue esa premisa con la que la familia gobernó: La estirpe Narumiya es la personificación de Dios en la tierra.



Nadie pudo salvar a la joven. Los esfuerzos de los soldados tampoco pudieron mantener con vida al viejo rey de Seido. Los allegado a la corona también corrieron la misma suerte. A través de las manos de los guerreros de Inashiro la muerte los recibió con los brazos abiertos. Es falsa alianza política solo sirvió para abrirle la puerta a los lobos que, gustosos, devoraron a las inocentes, ingenuas (y, ¿por qué no?) y tontas ovejas.

Lucha o Vuelo [MiSawa] [DNA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora