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―hey― fue lo que logro soltar ana después de un incómodo silencio en aquella aula vacía.

inanov le regalo una elegante sonrisa ―no nos hemos presentado como se debe, soy mía ekaterina inanov― ana le estrecho la mano luego de sacársela en sus jeans por los malditos nervios que la invadían.

―soy ana, ana walsh― sonrió chuecamente y siguió a mía cuando esta le hizo una seña para que la acompañara afuera.

―ya veo, ana. tu ciudad es muy bonita, tiene un aire...distinto― comento mientras caminaba con seguridad hacia lo que parecía ser su casillero.

¿distinto? ¿era acaso una nueva forma para decir terriblemente común?

―muchas gracias― respondió por cortesía, hablar con ella era como hablar con la princesa más hermosa de la realeza y hacia a ana querer tener un poco más de protocolo.―por cierto, ¿de dónde vienes?―

ella pareció llegar a su destino y se detuvo algo precipitada. ―oh, mi hogar está muy lejos de aquí.  es bastante encantador, pero hasta aquí parecer llegar nuestra charla―- inmediatamente sonó el timbre para volver a clase ―ten, este es mi número. mándame tu dirección para que podamos juntarnos en tu casa para hacer el trabajo, ¿esta bien?― le tendió un papelito escrito con una perfecta caligrafía ―un gusto, ana-

la cabeza de ana daba vueltas.

ella absorbía toda su atención y energía.

y no era la única, había notado como todos la miraban maravillados.

todo parecía indicar que había estado hablando con la nueva reina de este frágil castillo de cristal.


ana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora