Cap 23: Náufragos

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Cap 23: Náufragos

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Cap 23: Náufragos

(Tarrant P.O.V)

Todo había obscuridad, nada se veía, sentía el suelo arenoso y mojado, oóa olas de mar y de pronto.

-¡AAAHHH! –chillé al sentir una ola encima. Desperté.

Tomé aire, estaba todo mojado. Vi atrás de mí y vi un mar todo tranquilo y cielo despejado -¡Válgame! ¡Qué tormenta! –reaccioné al recordar la tormenta ¡Sí que fue imensa!

Escuché, ahora al frente un quejido de dolor de mi padre. Ahí estaba él, arrastrandose en el suelo, encorvado de dolor.

-¡Padre! –me espanté, vi que en todo lo que pasó, había sangre. Me levanté, adolorido por pelear fuerzas de las aguas de la tormenta.

-¡Padre! –me caí de rodillas, cuando llegué a su lado. Apoyó su espalda al tronco de una palmera, tenía una mano en el vientre y de ahí surgía la sangre. Apartó su mano y mostró que tenía una herida de cuchillo en el lado izquierdo de su vientre a lado de su ombligo. La herida se veía profunda -¿Te duele? –pregunté preocupado.

-Más cuando me muevo –dijo –Tenemos...tenemos que...cosermela.

-¿Cosertela? ¿Cómo? –pregunté.

-Hay que hacerlos, sino, me puede causar una hemorragia y podría empeorar –dijo –Agarra esa hoja –me señaló una hoja. La tomé.

-¿Es curativa? –pregunté.

-No, pero hay que cubrime la herida –dijo tomando la hohja y se la apoya en la herida –Cósemela –pidió.

-¿Qué? Pero...¿y si te lastimo?

-Sé que puedes –me dijo.

Con las manos temblorosas, tomé un hilo y una aguaja, de los materiales de trabajo que suelo cargar a menudo, más nervioso, me preparaba ara coserle la herida –Tarrant –me llamó –Estáte tranquilo –yo insistí y muy nervioso, casi con un ataque epiléptico empecé a coserle la herida. Él gritaba de dolor cuando clavaba la aguja en su piel. Yo estaba aterrorizado, temiendo en empeorarle la herida.

-¡No, no puedo! –dije asustado, soltando la aguja.

-¡Vamos hijo, sé que puedes! –me dijo mi padre, resistiendo el dolor.

Y yo, casi llorando, seguía cosiendole la herida, hasta cerrrarla al fin, luego tomé unas vendas de su botiquín y se la vendé.

Mi padre tomaba unas respiraciones para calmar su dolor. Yo todavía estaba aterrorizado en haberle curado esa herida, miendo de que lo había lastimado –Ya, ya, ya pasó, ya no me duele –me decía para calmarme –No lo hiciste tan mal.

-No es lo mismo que costurar una tela –dije. Viendo mis manos manchadas de sangre.

Vimos nuestro alrededor -¿Dónde estamos? –preguntó mi padre viendo el lugar.

Wonderland: La Mision HightoppDonde viven las historias. Descúbrelo ahora