»desesperación.

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Capítulo 2


No podía creer que las cosas se salieran aún más de control de la noche a la mañana, como si del equinoccio se tratara, cambiando todo de su estado normal.

Corría tras la ambulancia, creyendo que de alguna manera podría alcanzarla. Sus músculos le ardían, exigiéndole un descanso, pero Taehyung se negaba a detenerse, seguiría así hasta que arribara al hospital, o se desmayara, lo que ocurriera primero. Y para cuando ese fue el caso, sentía que se desvanecía en la entrada de la recepción, con la respiración agitada, inhalando el dióxido de carbono que él mismo producía, y con la vista nublada de tanta adrenalina.

Una enfermera tuvo que acercarse a él para calmarlo, dándole un vaso con agua y una galleta de fibra, para que recuperara sus energías y pudiese explicar su situación, y el porqué de tanto ajetreo. Pasaron unos minutos, que según el reloj de pared marcaba que habían sido diez, para que Kim pudiese respirar con tranquilidad y entablara una conversación con la misma enfermera pelinegra que le había ayudado antes.

—Kim Sungmin, ¿no? —le preguntó a su vez que hablaba con la recepcionista.

—Sí.

—No hay registro aún con ese nombre, debe de estar en la sala de Emergencias y no se ha identificado. —dijo con una ceja levantada, dudando.

—Está bien, muchas gracias. Nos vemos. —respondió haciendo una pequeña reverencia antes de volver a correr por los pasillos.

Corría lo más rápido que se permitía dentro del hospital, cruzando en las esquinas siguiendo los cortales informativos, al menos eso hacía que no se sintiera dentro de un laberinto de paredes blancas, porque éste tenía indicada la salida. Un gran letrero rojo con letras blancas le dio la bienvenida al lugar que estaba buscando. Pasó por las puertas automáticas de cristal, sus palmas estaban húmedas y frías, y pálidas; temblaba.

—¿Habrá llegado hace unos minutos una paciente llamada Kim Sungmin? —preguntó lo más cordial que pudo en la recepción, intentando mantener la compostura.

La mujer que estaba ahí, con ya sus años encima, se le hizo sumamente parecida a su abuela hacía unos cuantos años. Un escalofriante recorrió su espalda por toda su columna vertical ante el mal augurio que comenzaba a sentir.

—Un momento, por favor. —habló acomodando sus lentes sobre el muelle de su nariz, tecleando con agilidad en la computadora— No hay registro, disculpe. En la última media hora han ingresado tres personas aún sin identificar; un adulto y dos infantes.

—Es una niña, de siete años, pelo corto, ojos grandes y marrones.

—Eso concuerda con este informe. La están atendiendo en quirófano en este momento, lamento informarle que no tengo más detalles del proceso.

—¿Quirófano? —preguntó descolocado.

—Sí, fracturas múltiples en el tórax y su brazo izquierdo, según las radiografías una costilla casi perfora el pulmón, por lo que la intervención era de emergencia absoluta. —explicó leyendo la pantalla— ¿Puedo saber su nombre y la relación que mantiene con la paciente?

—Kim Taehyung, soy su hermano mayor.

Respondió, en automático, con voz fría y tosca. Porque no era él quien hablaba, sino su subconsciente que se mantenía al tanto de lo que sucedía, pues Taehyung abandonó su propia cordura en el segundo que escuchó la palabra quirófano salir de los labios de la mujer canosa. Como si su alma hubiese dejado su cuerpo y ya no fuera capaz de ordenar sus pensamientos y emociones, y sólo quedaba un monótono joven de pie en la recepción, con la vista perdida y más vacía que nunca.

Tres horas fueron necesarias para que su hermana saliera de la cirugía. Tres horas que parecían interminables y fueron agotadoras tanto física como mentalmente para el de ojos achocolatados. La fatiga le pegó de la peor manera posible, vomitó en mitad del pasillo de la sala de espera todo el alcohol y lo poco que había comido en el día, tanta fue su deshidratación que le tuvieron que colocar una vía de suero intravenosa. Había ido en busca de un paciente y terminó siendo uno más.

Cuando un amable enfermero le dio la noticia de que su hermana había salido con éxito de la operación no pudo evitar que las lágrimas se le escaparan a cantaros por sus lagrimales, estaba aliviado. Sabía que la niña no estaba en las mejores condiciones posibles como para someterla a una cirugía, teniendo en cuenta que comían dos veces al día y en su mayoría eran cosas bajas en proteínas y nutrientes, era más que obvia su preocupación. Ella era delgada y bastante blanca, los huesos de sus articulaciones eran visibles a cualquier mirar, aunque sus mejillas estuvieran regordetas y tuvieran siempre un color rosa pálido que las caracterizaba, junto a sus grandes ojos marrones, tal como los suyos, la única similitud entre ambos hermanos.

Taehyung temía. Temía que la menor pudiese sufrir una descompensación, resultado de la mala alimentación que llevaba, y que así la anestesia ganara sobre sus órganos vitales. Era su mayor terror en aquel momento. Sin embargo, a pesar de que lo más crítico había pasado, sabía que ahora venía lo más difícil, y eso era discutir con el seguro social para alguna ayuda económica referente a los gastos.

Ya le habían informado que, a pesar de que era un hospital público, seguía siendo subsidiado del gobierno, por lo que debía de pagar el cincuenta por ciento de todo lo que había conllevado la atención a su hermana, además de las dos semanas de cuidados en las que estaría internada para poder cuidarla mejor y tuviese todo lo que necesitaba a mano. Un total de mil trecientos cuarenta dólares.

Que, como era de esperarse, no tenía ni la mitad de la suma.

Bussy ; vkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora